Los chocolates de Emma

—Mamá, le pregunté a mi amiga Rafaela si era cristiana —le contó Sara mientras se relajaba junto con su madre en el patio trasero de la casa—. Ella cree que sí, porque va todo el tiempo a la iglesia. Yo le dije que eso no la hace cristiana, pero ella no me creyó. No sabía qué decirle.

—A veces es difícil convencer a la gente que ir a la iglesia no les hace cristianos —explicó mamá—, pero no te des por vencida. Trata de ayudarle a ver que no es lo que hacemos lo que nos hace cristianos, sino lo que Jesús hizo por nosotros cuando tomó nuestros pecados sobre Sí mismo y murió en la cruz.

—Está bien, mamá. Seguiré orando por Rafaela y trataré de ayudarle a entender que necesita a Jesús, no solo a la iglesia. Lo que pasa es que es difícil saber qué decir porque ella cree que tiene razón.

La hermanita menor de Sara, Emma, dejó su columpio y se acercó donde estaban su madre y su hermana. La pequeña sostenía con su mano una caja muy bonita.

—Mami, tengo chocolate para ti —le dijo al entregarle la caja.

—Gracias, hijita —expresó mamá mientras tomaba algo de la caja.

—También puedes comer uno —le dijo Emma a su hermana mayor antes de pasarle la caja.

Sara estiró su mano para tomar uno. Había visto que el «chocolate» que su madre había agarrado era en realidad una piedra, pero decidió seguir el juego.

—¿Estos chocolates están buenos? —preguntó Sara, mirando la piedra que acababa de tomar de la caja—. Se ven un poco duros. A lo mejor están rancios.

—¡Son buenos chocolates! —insistió Emma—. ¡Mira, Sara! —con su dedito regordete, apuntó las imágenes de chocolates grandes y cremosos en la tapa de la caja. Después se dio la vuelta y corrió hacia las gradas.

Sara rio.

—¡Espero que Emma sepa que poner piedras dentro de una caja de chocolates no las convierte en chocolates!

—¡Así como poner una persona dentro de una iglesia no la convierte en cristiana! —aseguró mamá—. Tal vez deberías contarle a Rafaela sobre los chocolates de Emma.

—¡Buena idea! —afirmó Sara—. Tal vez eso le ayudará a entender que ir a la iglesia es genial, pero solo ponemos hacernos cristianas al confiar en Jesús.

TANYA FERDINANDUSZ

JESÚS SALVA, NO LA IGLESIA

VERSÍCULO CLAVE: TITO 3:5

ÉL NOS SALVÓ, NO POR LAS OBRAS DE JUSTICIA QUE NOSOTROS HUBIÉRAMOS HECHO, SINO CONFORME A SU MISERICORDIA.

¿Piensas que eres cristiano porque vas a la iglesia? Asistir a la iglesia es algo bueno, pero no te convierte en cristiano. La Biblia dice que no podemos salvarnos por ninguna cosa que hagamos. Jesús, quien es perfecto, murió por las cosas malas que has cometido. Necesitas que Él te dé Su justicia, es decir, Su bondad, y te convierte en un hijo o hija de Dios. Para ser un cristiano, debes poner tu confianza en Jesús. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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