Levantar el ánimo de mamá

—Pórtense bien —susurró mamá mientras abrazaba a sus dos hijas gemelas, Esmeralda y Rubí—.  Ayuden a su abuela.  Nos veremos tan pronto como haya terminado mi tratamiento.

Después de despedirse, las niñas siguieron a su abuela hacia su automóvil plateado.  El labio de Esmeralda empezó a temblar mientras se alejaban.  La niña hurgó en su bolsillo para sacar un pañuelo.

—Oh, abuela —sollozó—.  Pobre mamá.  ¿Cómo podemos ayudarla?  Me temo que no sé qué hacer.

Antes que la anciana pudiera contestar, Rubí se puso a hablar:

—Tenemos que orar y recordar que Dios está siempre con nosotras y nos dará fuerzas.

La abuela sonrió a sus nietas y asintió, mientras Rubí comenzaba a orar:

—Amado Padre, gracias porque siempre nos escuchas y por enviar a Tu Hijo, Jesús, para darnos esperanza y salvación.  Por favor, ayúdale a mamá; sabemos que la amas tanto como nosotras.  Por favor, sánala y ayúdanos a buscar la manera de levantarle el ánimo.

Esmeralda se secó los ojos, aunque le dolía el corazón.  Hubo silencio en el automóvil hasta que llegaron a la casa de su abuela, donde las niñas se quedarían por algunos días, hasta que su madre saliera del hospital.  Durante los siguientes días, la abuela las mantuvo ocupadas.  Caminaron por la playa comiendo helado y enviando mensajes para su mamá. 

El día antes de regresar a su casa, las gemelas descubrieron una tienda de disfraces junto a la playa.  Inmediatamente se miraron y las dos tuvieron la misma idea.  Emocionadas, se la contaron a su abuela.

La anciana sonrió; los ojos le brillaban.

—Esa es una idea maravillosa.

Al día siguiente, las niñas regresaron a su hogar.  Mamá se veía débil y se había puesto su nueva peluca que había recibido después de su tratamiento.  Cuando Esmeralda y Rubí entraron en la casa, su madre las miró asombrada, sin poder creer lo que veían sus ojos.  Las gemelas también tenían pelucas, una verde, para Esmeralda, y una roja, para Rubí.

—Nadie notará tu peluca cuando vean las nuestras —indicó Esmeralda con una sonrisa.

Mamá rio hasta que le salieron lágrimas.

—Gracias —susurró—.  Los próximos meses serán un desafío, pero Dios está con nosotras y Él me ha bendecido con dos hijas preciosas que me recuerdan cuánto me ama el Señor.

CINDY LEE

DIOS NUNCA NOS ABANDONARÁ

VERSÍCULO CLAVE: DEUTERONOMIO 31:8 (NTV)

NO TEMAS NI TE DESALIENTES, PORQUE EL PROPIO SEÑOR IRÁ DELANTE DE TI. ÉL ESTARÁ CONTIGO; NO TE FALLARÁ NI TE ABANDONARÁ. 

¿Conoces a alguien que tenga una enfermedad o esté pasando por un tiempo difícil?  Tal vez esa persona seas tú.  Sin importar lo difícil que se ponga la vida, Dios promete que nunca nos dejará ni nos abandonará.  El Señor nunca dejará de amarnos.  Ora a Dios, cuéntale tus preocupaciones.  Ora por quienes pasan por dificultades y pídele a Jesús que te muestre las formas en que puedes ayudarlos.  Confía en Dios en toda situación.

Clave de Hoy
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