Lentes oscuros
Set y sus padres reían al ver cómo el hermanito menor del niño, que tenía cinco años, montaba su nueva bicicleta a toda velocidad por el garaje. Las rueditas de entrenamiento hacían ruido y Claudio trataba de imitar a un motociclista. El pequeño usaba su casco y unas gafas para esquiar.
—Claudio, ya está oscureciendo —indicó su padre—. ¿Por qué no te sacas esas gafas?
—¡No! —protestó el niño—. Los motociclistas siempre las usan. ¡Soy un piloto de carreras en moto!
—Pero está oscureciendo —dijo su madre—. El cristal polarizado de las gafas no te deja ver claramente.
—Sí puedo ver —insistió Claudio—. ¡Miren esto!
El niño se dio la vuelta y salió con rapidez hasta el final del garaje, donde hizo un giro en U. Claudio no se fijó en la gravilla del cemento. La bicicleta se deslizó y cayó, y Claudio de desplomó al pavimento, raspándose las manos y las rodillas. Set corrió para ayudarle a su hermanito a zafarse de la bicicleta.
Cuando su madre le quitó las gafas, Claudio vio que le salía sangre de la pierna y se puso a llorar.
—Ven conmigo —señaló mamá—. Tengo que vendarte esa herida.
Después que su madre limpió y vendó el lastimado en la pierna de Claudio, todos se sentaron en la sala de estar.
—¿Saben a qué me recuerda el accidente de Claudio? —preguntó Set.
—¿A qué? —inquirió mamá.
—A mi lección de la escuela dominical de esta semana —respondió Set—. Claudio no vio la gravilla porque estaba usando gafas oscuras y el señor Pablo dijo que no entendemos todo acerca de Dios y lo que Él hace porque vivimos en un mundo roto. El señor Pablo dice que es como si viéramos la vida a través de lentes oscuros. No vemos todo lo que Dios tiene planeado y a veces nos equivocamos y nos caemos en el camino, porque tratamos de hacer las cosas a nuestra manera, en lugar de confiar en Él.
—Buen punto —afirmó papá—. No nos damos cuenta de la grandeza del amor de Dios y de Su plan para nosotros.
—¿Dios nos ama y sana nuestras heridas como lo hace mami? —preguntó Claudio.
Set y sus padres rieron.
—¡Dios nos ama más que nadie! —le aseguró su padre—. Jesús murió para salvarnos y siempre está con nosotros para consolarnos cuando algo nos duele. ¡Y un día él secará todas nuestras lágrimas!
Mamá asintió.
—¡Ese día veremos con más claridad y entenderemos mucho más!
CAROLYN E. YOST
CONFÍA EN DIOS CUANDO NO ENTIENDAS
VERSÍCULO CLAVE: 1 CORINTIOS 13:12
AHORA VEMOS POR UN ESPEJO, VELADAMENTE, PERO ENTONCES VEREMOS CARA A CARA.
¿Sientes que no entiendes mucho sobre la vida y la eternidad? Eso es porque no puedes ver y entender claramente todo lo que se puede saber acerca de Dios y lo que Él ha planeado para Sus hijos. Confía en Su promesa de que quienes conocen a Jesús algún día entenderán más completamente, cuando lo veamos cara a cara. Hasta que llegue ese día, recuerda que Dios te ama y siempre está contigo mientras realiza en tu vida Su plan perfecto.
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