La rama cargada

Cristián caminó hacia el huerto, donde su padre estaba cosechando manzanas.  “¿Cómo te fue hoy?”, preguntó papá.

Cristián frunció el ceño.  “¡Terrible!”

“Explícame lo que es terrible”, le pidió su padre.

“Dejé que Sergio jugara en mi tableta después de la escuela y él la dejó caer.  Ahora la pantalla está rota”, le contó Cristián.  “¡Es tan torpe!”  El niño, enojado, pateó una gran piedra.  “¡Ay!”, gritó.  “¡Mi dedo!”

“Cálmate”, indicó papá mientras ponía más manzanas en la canasta.  “¿Recuerdas lo que dice la Biblia acerca del perdón?”

La conciencia de Cristián le dio una punzada.  “Sí, pero todavía no siento que quiero perdonarlo”.  El niño se estiró para tomar una manzana roja y redonda.  “¡Guau, este árbol está muy cargado!”, exclamó.  “Esa rama casi toca el suelo”.

Padre e hijo siguieron cosechando sin parar.  “Mira esto, papá”, dijo Cristián después de un rato.  “Esta rama casi tocaba el suelo antes que cosecháramos las ramas, pero ahora está a unos 30 centímetros del piso”.

Su padre sintió.  “¿Y sabes una cosa?”, afirmó.  “La gente puede parecerse a esa rama.  Nos cargamos con los resentimientos que guardamos.  Jesús quiere llevarse nuestras cargas pesadas, pero a veces no queremos soltarlas y, en lugar de eso, no aferramos tercamente a ellas, por lo que nuestros corazones se vuelven amargados”.

Cristián miró a su padre con sospecha.  “Estás hablando de mí, ¿verdad?  Quieres decir que no vale la pena guardar resentimiento por una pantalla rota”.  El niño frunció el ceño.  “¡Pero igual me enoja!”

“No es fácil perdonar a otros”, admitió papá.  “Pr eso necesitamos pedirle a Jesús que nos ayude.  Después de todo, Él es el experto en perdonar.  Piensa en el desastre en que estaríamos si Jesús no hubiera perdonado nuestros pecados.  Pero Él sí nos perdonó y nos manda que hagamos lo mismo con los demás”.

“Lo sé, pero…”  Cristián arrugó las cejas.  “No estoy seguro de que pueda perdonar a Sergio”.

“Ora por eso”, respondió su padre.  “Y cuando pienses en la tableta, recuerda que tú también has hecho cosas por las que has tenido que pedir perdón.  Por ejemplo, ¿no te pusimos tu mamá y yo la regla de no dejar que tus amigos usen tu tableta?”

“Oh”.  Cristián se sonrojó. “Eh, sí…  Lo… lo siento”.

“¡Te perdono!”  Papá sonrió y cosechó otra manzana de la rama.  “¿Qué te parece?”, expresó.  “Mi corazón ahora se siente más liviano”.  —  CAROL ZILESKE

PERDONA A LOS DEMÁS

VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 4:32 (NTV)

PERDÓNENSE UNOS A OTROS, TAL COMO DIOS LOS HA PERDONADO A USTEDES POR MEDIO DE CRISTO.

¿Perdonas a las personas cuando te ofenden?  ¿Qué pasa si alguien rompe una de tus cosas?  ¿O si un amigo no te apoya cuando lo necesitabas?  No dejes que tu corazón cargue el peso del resentimiento.  Jesús ha perdonado tus pecados y te ayudará a perdonar a los demás.  Suelta tu enojo y amargura; confía en que Él llenará tu corazón de amor.

Clave de Hoy
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