La prescripción

“Papá, ¿por qué Dios permite las guerras?”, pregunto Bernardo después de oír un reportaje de las noticias en la televisión.

“Esa es una pregunta difícil, que la gente ha hecho por siglos”, contestó el padre.  “Es difícil…”  Él hizo una pausa mientras se abría la puerta y la madre entró, cargando a Tea.  Papá saltó para levantarse, cargó a la niña y la sentó en el sillón.  “¿Qué dijo el médico?”, preguntó.

“Tea tiene una infección en la garganta”, respondió su mamá.  “El doctor Tomás le dio esta prescripción”.  Ella le pasó al padre un pedazo de papel.  “¿Podrías ir a comprar esta medicina mientras preparo la cena?”

“Yo voy contigo”, exclamó Bernardo, así que él y su papá salieron en el automóvil.

Cuando regresaron, el padre vertió un poco de la medicina en un vaso.  “Tengo una medicina para ti”, le dijo a Tea.

“¡No quiero!”, lloriqueó Tea.  “¡Me duele la garganta!”

“Esto hará que tu garganta se sienta mejor”, dijo el padre con gentileza.

Tea escondió su cara en la almohada.  “¡No puedo tragar!”

“Si puedes gritar y llorar así, puedes tragar sin problema”.  Papá finalmente consiguió que Tea tomara su medicina y en pocos minutos estuvo dormida profundamente.

Más tarde, esa misma noche, Bernardo volvió a su pregunta.  “Papá, ¿por qué Dios permite las guerras?”

“Creo que ya tengo una respuesta”, señaló el padre.  “Piensa en la guerra como una enfermedad causada por el pecado.  Cuando Jesús murió en la cruz, nos dio la prescripción o la cura para el pecado.  Él nos invita a todos a que confiemos en Él y lo sigamos como nuestro Salvador.  La prescripción del médico no le habría hecho ningún bien a Tea si ella no la hubiera tomado, y la prescripción que Jesús ofrece no ayuda a las personas si no la aceptan”.

“Entonces, ¿es porque las personas se rehúsan a aceptar la prescripción de Jesús y confiar en Él que hay guerras?”, preguntó Bernardo.

El padre asintió.  “Sin Jesús, la gente está enferma con el pecado que está en sus corazones, y todo el mundo está enfermo también.  Pero Jesús promete curar a todo el mundo del pecado cuando regrese a hacer nuevas todas las cosas.  Entonces la guerra, y todo lo demás que es causado por el pecado, terminará para siempre.  Mientras tanto, cuando decidimos aceptar Su prescripción para el pecado y confiar en Jesús, Él nos hace nuevos y pone su amor y su paz en nuestros corazones”.

Bernardo sonrió.  “¡Entonces debemos compartir de Su amor y Su paz con otros!”
BARBARA WESTBERG

TEN PAZ EN TU CORAZÓN

VERSÍCULO CLAVE: JUAN 14:27

[JESÚS DIJO:] LA PAZ LES DEJO, MI PAZ LES DOY.

¿Alguna vez te has preguntado porque siempre hay guerras en algún lugar?  La guerra existe porque el mundo está enfermo con el pecado y solo hay un modo de curar ese pecado que está en nuestros corazones: aceptar que Jesús murió para salvarnos del pecado y confiar en Él.  (Haz clic aquí para que conozcas acerca de las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).  No puedes detener la guerra en el mundo, pero sí puedes tener la paz de Jesús en tu corazón y compartir Su amor con los demás.

Clave de Hoy
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