La fiesta

—Feliz cumpleaños, Jaime —expresó Elizabeth, entregándole el regalo a su hermanito. Estaba envuelto en un papel de regalo de superhéroes—. Espero que te guste.

Iban a tener una fiesta para él en el jardín, con algunas familias de la iglesia. Jaime levantó la mirada antes de dar un fuerte chillido y empezar a gritar. El niño dejó el regalo en la mesa y corrió adentro de la casa. Su padre lo siguió.

—¿Qué hice? ¿Por qué no quiere mi regalo? —preguntó Elizabeth, sonrojándose—. Guardé el dinero de mi mesada para comprarle algo especial. ¡Ahora está llorando y salió corriendo!

—Hijita, no hiciste nada —dijo su madre—. Está cansado. Sabes que no le gustan los cambios. Ha sido demasiado para él tener a tantas personas a su alrededor. No es tu culpa.

Elizabeth no podía concentrarse en las conversaciones que la rodeaban. Sus pensamientos volvían a Jaime y su estallido. «¿Para qué me molesto?», pensó con enojo, tomando el regalo sin abrir y arrojándolo a una silla. En pocos minutos, papá calmó a Jaime y lo volvió a llevar afuera.

A Elizabeth le costó probar la comida que normalmente le encantaba y se sintió feliz cuando todos los invitados se fueron. Papá llevó a Jaime arriba para prepararlo para su historia y el tiempo de oración antes de dormir.

—¿Estás bien, corazón? —preguntó mamá, tomando el regalo sin abrir—. Tu padre y yo estamos muy orgullosos de ti y del esfuerzo que has puesto para hacer que este sea un día especial para tu hermano.

—Estoy decepcionada, supongo —la niña suspiró—. Sé que sentirse abrumado es parte de la condición de Jaime, pero quisiera que hubiera abierto mi regalo. Estaba muy emocionada por eso.

—Lo sé, mi vida. Tu hermano está cansado, pero mañana se sentirá como nuevo y tiene tu regalo para alegrar su día. Estoy segura de que se convertirá en un tesoro para él —su madre le dio un abrazo—. A veces la vida puede ser abrumadora para todos, pero, al igual que Jaime, todavía tenemos maravillosos regalos de Dios que podemos disfrutar. Él llena nuestras vidas de bendiciones y, sin importar lo que estemos viviendo, siempre podemos disfrutar el mejor de todos los regalos: el amor y la presencia de Jesús, quien entiende cómo nos sentimos y promete que nos ayudará en nuestras luchas.

Elizabeth sonrió al pensar en el regalo de Dios que podía disfrutar todos los días: una relación con Su Hijo, Jesús.

CINDY LEE

DISFRUTA LAS BENDICIONES DE DIOS

VERSÍCULO CLAVE: MATEO 28:20 (NTV)

Y TENGAN POR SEGURO ESTO: QUE ESTOY CON USTEDES SIEMPRE, HASTA EL FIN DE LOS TIEMPOS.

¿Alguna vez te has sentido abrumado por lo que está pasando en tu vida? Aun en medio de las luchas, puedes disfrutar las muchas bendiciones que Dios quiere darte. Por amor, Dios envió a Su Hijo, Jesús, para reparar la relación rota que teníamos con Él. A causa de ese regalo, nunca tendremos que enfrentar solos nuestras luchas. Jesús siempre está con nosotros y trae nuevas bendiciones a nuestras vidas cada día.

Clave de Hoy
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