La caja de los recuerdos
Cada vez que Gabriela visitaba a sus abuelos, su abuelita normalmente la llamaba a la cocina para que la ayudara a preparar un bocadillo. Pero la abuela no la llamó ese día. Gabriela suspiró mientras se balanceaba lentamente en la mecedora favorita de su abuela.
—¿Cómo te va en la escuela? —preguntó su abuelo.
—Me va bien —Gabriela estaba mirando la pared, donde colgaba una fotografía de sus abuelos. Ella cerró los ojos con fuerza y deseó que su abuela estuviera de pie ahí cuando los abriera. Pero eso no sucedería, por supuesto.
—Extrañas a tu abuelita, ¿verdad? —le preguntó su abuelo en voz baja. Una lágrima se deslizó por la mejilla de Gabriela—. También la extraño —expresó el abuelo—. A veces quisiera llamarla para conversar con ella. Es difícil aceptar el hecho que ya no esté aquí —él abrió un cajón de la mesa y sacó una caja—. Cuando me siento más triste, veo esta caja de los recuerdos. Cada fotografía o detalle me trae recuerdos. Le doy gracias a Dios por momentos especiales y también por los momentos comunes y corrientes que pude pasar con tu abuela.
El anciano sostuvo la caja y Gabriela la tomó—. ¡Oh, aquí hay una fotografía de la abuela sembrando flores en el patio frente a la casa! —exclamó Gabriela—. Y este es el dibujo que yo hice de las flores.
Gabriela y su abuelo hablaron un poquito sobre el hermoso jardín que la abuela sembraba cada año.
—¿Crees que deberíamos agradecer a Dios por eso? —preguntó su abuelo. Gabriela asintió, y su abuelo oró—: Te damos muchas gracias, Jesús, por la abuela y por el tiempo que nos permitiste compartir con ella. Gracias por el recuerdo de los hermosos jardines que ella sembraba. La extrañamos tanto, pero sabemos que ahora está contigo. Te damos gracias también por eso y por la esperanza que tenemos al saber que veremos a la abuela otra vez, algún día, cuando resucites de entre los muertos a todos los que te conozcan. Ayúdanos a recordar que estás con nosotros y danos fuerzas y consuelo.
Unas pocas lágrimas mojaron la cara del abuelo y él abrazó a su nieta con fuerza.
—Tengo una idea —dijo Gabriela. Ella fue a la cocina y su abuelo la siguió. Él sonrió mientras Gabriela ponía galletas y queso en un plato, tal como la abuela solía hacer.
—La abuela contaba historias divertidas cuando estábamos juntas en la cocina —comentó Gabriela con una sonrisa—. La más divertida fue sobre cómo te conoció —ella rio y le dio un abrazo a su abuelo—. Déjame contarte lo que ella decía.
NANCE E. KEYES
DA GRACIAS A DIOS POR LOS RECUERDOS FELICES
VERSÍCULO CLAVE: APOCALIPSIS 21:4 (NTV)
ÉL LES SECARÁ TODA LÁGRIMA DE LOS OJOS, Y NO HABRÁ MÁS MUERTE NI TRISTEZA NI LLANTO NI DOLOR.
¿Ha muerto alguien a quien amabas? Aun cuando sabes que está con Jesús, todavía te sientes triste y le extrañas. Cuéntale de eso a Jesús, Él entiende tu dolor. Espera con ansias el día cuando te reunirás con tus seres queridos y Jesús hará desaparecer el pecado, el dolor y la muerte para siempre. Mientras tanto, dale gracias a Dios por los buenos recuerdos que tengas de esa persona y por los momentos felices que compartieron.
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