La hermosa manzana

Leandro se levantó temprano, se vistió rápidamente y se apuró para comer su desayuno. Este era el gran día que había esperado con ansias: su familia iba a la feria del condado. Cuando llegaron a la feria, el niño fue a ver todos los caballos, vacas y otros animales que se exhibían ahí. Se hizo los juegos, tiró dardos a unos globos y ganó un premio. Mientras él y su familia caminaban en el parque de diversiones, vio un kiosco donde venían manzanas acarameladas, y decidió comprar la más grande y mejor que pudiera encontrar. Cuando era la hora de volver a casa, Leandro corrió al kiosco que quedaba al extremo de la feria.

—Vine a comprar una manzana acaramelada —le dijo a la mujer detrás del mostrador—. ¿Puedo elegir una grande?

—Claro que sí —respondió ella—. ¿Cuál te gustaría?

Leandro estudió cuidadosamente las manzanas que estaban en exhibición. Finalmente apuntó a una manzana enorme, cargada con nueces y caramelo, y la mujer la puso en una caja para que pudiera llevársela a su casa.

Esa noche, Leandro se sentó para comer su preciada manzana. Dio un gran mordisco y…

—¡Guácala! —el niño corrió a la cocina para tomar una servilleta.

—¿Qué pasó, hijo? —le preguntó su padre, quien levantó la mirada de una lección de escuela dominical que estaba preparando en su computadora.

—Esta manzana era la más grande y la que se veía mejor en toda la feria, pero cuando la mordí, ¡encontré un gusano! —exclamó Leandro—. Además, por dentro está suave y arenosa —el niño miró con tristeza su manzana—. Se veía tan deliciosa, pero no está buena. ¡Voy a tener que botarla a la basura!

Su padre asintió con empatía.

—Qué mal. Es lo de adentro lo que cuenta, ¿verdad? Esta lección que estoy preparando también habla de eso. Dios dice lo mismo de nosotros.

—¿De nosotros? —Leandro miró a su padre, sorprendido.

—Así es —afirmó papá—. Podemos vernos bien ante los demás, incluso puede que nos portemos bien, pero la Biblia dice que Dios mira nuestros corazones. Él conoce todos nuestros pensamientos y sentimientos secretos. El Señor puede ver cualquier pecado que estemos tratando de ocultar. Por eso es importante que estemos bien por dentro. Por esa razón necesitamos a Jesús, para que Él pueda quitar nuestro pecado y darnos corazones limpios y buenos.

LINDA A. PRINCE

DIOS VE TU CORAZÓN

VERSÍCULO CLAVE: 1 SAMUEL 16:7

EL HOMBRE MIRA LA APARIENCIA EXTERIOR, PERO EL SEÑOR MIRA EL CORAZÓN.

¿Peinas tu cabello, cepillas tus dientes y te pones ropa limpia con regularidad? ¿Sonríes y actúas bien delante de otras personas? Eso es bueno, pero ¿qué pasa con lo que hay adentro? Las demás personas no pueden ver tus pensamientos y deseos, pero Dios sí puede. Él puede ver más allá de las buenas apariencias y comportamientos, y ve lo que hay en nuestros corazones. No puedes esconder tu pecado del Señor, pero Jesús puede borrarlo. Confía en que Él te perdonará y te hará bueno por dentro. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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