La abuela y la mariposa

—Abuelita, ¿realmente crees que una linda mariposa saldrá de esta cosa? —preguntó Gustavo, llevando un frasco grande al sofá, donde su abuela estaba descansando. El niño había atrapado una oruga y esta se había formado una crisálida—. Ya hemos observado por tanto tiempo.

La abuela miró hacia el otro lado, tosió y después sonrió al ver el saco verduzco que colgaba de un palo en el frasco.

—Oh, sí, solo tienes que esperar —ella dio unas palmaditas al asiento junto a ella—. Siéntate un minuto, hijo, y conversemos —Gustavo se sentó junto a su abuela—. Mi niño, la crisálida me hace pensar en mí misma —comentó—. Pronto cambiará y yo también. El médico dice que no estaré aquí por mucho tiempo… voy a morir.

Un enorme nudo se formó en la garganta de Gustavo y las lágrimas le saltaron a los ojos.

—¡Pero me voy a sentir tan triste si mueres, abuelita!

La abuela le dio palmaditas en la mano.

—Lo sé, y está bien. Es normal sentirnos tristes cuando muere un ser querido. Pero quiero que recuerdes que voy a ir al cielo. Mi cuerpo será enterrado en la tierra, pero yo estaré con Jesús porque confío en Él como mi Salvador. Y algún día, cuando Él regrese para hacer nuevo todo el mundo otra vez, tendré un nuevo cuerpo que nunca se enfermará ni morirá. Sigue observando la crisálida, y cuando veas la hermosa mariposa de salga de ella, piensa en el maravilloso cuerpo nuevo que tu abuela tendrá. ¿Quisieras hacer eso por mí?

Gustavo asintió y su abuela lo abrazó con delicadeza.

Una noche, mientras él dormía, sucedió. La abuela murió. Cuando Gustavo la vio en su ataúd, acostada sin moverse, recordó lo que ella le había dicho, y sabía que solo estaba viendo su cuerpo, pero que su abuelita estaba con Jesús. Pensar en eso le ayudó, pero todavía se sentía muy triste.

La mañana después del funeral de su abuela, Gustavo notó algo que le hizo emocionar.

—¡Mamá! ¡Papá! —gritó—. ¡Miren mi mariposa!

En efecto, una bella mariposa había salido de la crisálida. Mientras admiraban juntos la hermosa criatura, Gustavo decidió dejarla salir del frasco para que volara libre.

—Igual que la abuela —dijo al observar cómo la mariposa estiraba sus alas y se iba volando—. Algún día ella también tendrá un nuevo cuerpo.

MATILDA H. NORDTVEDT

LOS CRISTIANOS VIVEN PARA SIEMPRE

VERSÍCULO CLAVE: 1 JUAN 3:2

SABEMOS QUE CUANDO CRISTO SE MANIFIESTE, SEREMOS SEMEJANTES A ÉL, PORQUE LO VEREMOS COMO ÉL ES.

¿Sabías que, si confías en Jesús, no debes tener miedo de la muerte? Cuando tu cuerpo muere, tu alma se irá para estar con Jesús en el cielo. Y cuando Él regrese, recibirás un nuevo cuerpo que nunca morirá. Cuando tengas que afrontar el dolor o la muerte, puedes encontrar consuelo en la promesa de Dios, que todos los que confíen en Jesús serán levantados de entre los muertos algún día y vivirán con Él para siempre.

Clave de Hoy
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