Jabón para el corazón

—¿Por qué tenemos que usar gafas y una mascarilla? —preguntó Lili.

La madre de Lili cubrió su boca y su nariz, y se puso las gafas sobre sus ojos.

—Cuando derramamos soda cáustica en el agua, eso causa una reacción química. No es bueno respirar los gases que salen.

Lili se puso la mascarilla y las gafas, y después se buso a batir el agua mientras mamá agregaba lentamente la sola granulada.

—¡Guau! Aun así, me arden los ojos.

—Se necesita algo muy poderoso para convertir el agua en jabón —explicó su madre.

Lili puso un termómetro en la solución de agua y soda cáustica. También puso otro termómetro en el aceite de oliva que habían calentado en la estufa.

—El agua con soda está en 121 grados. ¡Eso es muy caliente! —la niña revisó el aceite—. El aceite está solamente a 65 grados.

—Los mezclaremos cuando ambas temperaturas estén a unos 45 grados —indicó mamá.

Pusieron la jarra con el agua y la soda en una pila llena de agua fría, para enfriarla. Entonces esperaron. Treinta minutos más tarde, ambos líquidos tenían la temperatura precisa. Ellas mezclaron el agua con el aceite y batieron el líquido, descansando cada quince minutos.

Finalmente, la madre aseguró que estaba listo.

—¿Ves lo espeso que está? Cuando haga figuras encima del jabón con mi cuchara, se quedarán ahí.

—¡Parece un pudín de vainilla!

Mamá agregó a la mezcla un líquido que olía a lavanda y lo batió, y después vertió el jabón en moldes rectangulares.

—¿Cuándo podremos usarlo? —preguntó Lili.

—Primero tiene que endurecerse en un lugar oscuro y cálido por uno o dos días. Después lo sacaremos de los moldes, lo cortaremos en barras y dejaremos que se seque por cuatro semanas.

Lili abrió los ojos por la sorpresa.

—¡Es mucho tiempo!

Mamá rio.

—Tienes que ser paciente, como Jesús.

—¿Qué tiene que ver Jesús con hacer jabón? —preguntó Lili.

—Piénsalo de este modo. Nosotros somos el aceite y el Espíritu Santo es el poder que nos cambia. Cuando ponemos nuestra fe en Jesús, el Espíritu Santo es derramado en nosotros. Con el tiempo, Él purifica nuestros corazones para que podamos ser cada vez más como Jesús y los demás puedan ver que le pertenecemos a Él. El Espíritu Santo nos enseña a apartarnos del pecado y nos ayuda a crecer en nuestra fe. Jesús espera pacientemente hasta que eso suceda.

Lili sonrió.

—¡Quiero que mi corazón sea tan limpio como nuestro fragrante jabón!

BONNIE CARR

EL ESPÍRITU SANTO NOS PURIFICA

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 51:10

CREA EN MÍ, OH DIOS, UN CORAZÓN LIMPIO, Y RENUEVA UN ESPÍRITU RECTO DENTRO DE MÍ.

¿Sabías que Jesús envía al Espíritu Santo para vivir dentro de cada persona que confía en Él como Señor y Salvador? El Espíritu Santo nos ayuda a ser más como Jesús. Él nos guía en nuestros pensamientos, palabras y acciones, para que podamos mostrar Su amor a los demás. ¡Eso no significa que no cometamos errores! Sí nos equivocamos. Se necesita tiempo para limpiar corazones, pero Jesús es paciente. Confía en que Él moldeará tu corazón para hacerlo más como el Suyo.

Clave de Hoy
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