Huesos rotos

Timoteo se había caído de la bicicleta y roto su pierna.  Al principio era divertido comer en el sillón mientras veía caricaturas, pero ahora estaba aburrido.  Echaba de menos jugar con sus amigos.

“¿Cómo te sientes?”, preguntó su padre cuando llegó a la casa, después del trabajo.

“Mi pierna no duele tanto hoy”.

“Qué bueno saberlo”.  Papá se sentó a su lado en el sillón.  “Pero no me puso contento saber cuán impaciente te portaste hoy con tu mamá”.

“Pero, papá, no sabes lo que se siente tener que estar sentado aquí todo el día”.  Timoteo estaba hundido en la autocompasión, así que cruzó los brazos y se deslizó en el sillón.  “No puedo nadar, ni montar en bicicleta, y otro jugador ocupó mi lugar en ese partido de fútbol importante.  ¡Es que no me entiendes!”

“Te entiendo mejor de lo que crees.  Cuando era joven, me rompí el brazo”. 

Timoteo se quedó helado.  “¿Te rompiste el brazo, papá?”  El niño suspiró, puesto que se sentía culpable.  “Supongo que no gritaste ni te quejaste”.

“Estás equivocado”.  El padre sonrió ante la cara de sorpresa del niño.  “Me parecía muy difícil escuchar a mis padres… y también a mi médico.  Pero Jesús me ayudó a entender que Él entendía lo que yo estaba viviendo.  A veces creemos que, debido a que Jesús es el Hijo de Dios, no puede entender cómo nos sentimos.  Pero la Biblia dice que Él entiende nuestras luchas porque fue tentado al igual que nosotros. Él sabe lo que se siente ser humano y vivir en esta tierra”.

“Así como tú entiendes lo que se siente tener un hueso roto, ¡porque te rompiste el brazo cuando eras niño!”, exclamó Timoteo.

“¡Exactamente!  Pero, a diferencia de mí, Jesús nunca pecó.  Y debido a que Él puede compadecerse de nuestra debilidad humana, nos ayuda a resistir el pecado y provee el perdón por las ofensas que hemos cometido”.

“Eso me alegra”, afirmó Timoteo.

Papá asintió.  “A mí también.  Ahora, después que te reconcilies con tu mamá y con Jesús, tengo que enseñarte un juego.  ¡Me mantuvo ocupado por muchas horas cuando mi brazo se rompió!”  —  ESSICA KLEEBERGER

JESÚS NOS AYUDA A RESISTIR EL PECADO

VERSÍCULO CLAVE: HEBREOS 4:15 (NTV)

NUESTRO SUMO SACERDOTE [JESÚS] COMPRENDE NUESTRAS DEBILIDADES, PORQUE ENFRENTÓ TODAS Y CADA UNA DE LAS PRUEBAS QUE ENFRENTAMOS NOSOTROS, SIN EMBARGO, ÉL NUNCA PECÓ.

¿Alguna vez has sentido que nadie entiende lo que estás viviendo?  Jesús entiende lo que se siente ser humano.  Él sabe lo que es sufrir dificultades y sentirse tentado a hacer el mal.  Pero, a diferencia de nosotros, Él no cayó en la tentación, ni siquiera en situaciones difíciles.  Jesús nunca pecó y puede ayudarte a resistir también el pecado.  Además, nos perdona cuando sí pecamos.  Jesús sabe cómo te sientes y te ayudará a atravesar las dificultades y la tentación.

Clave de Hoy
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