Flores escondidas

Una tarde fría, a inicios de octubre, Benjamín y su abuelo estaban en el patio trasero de la casa, sembrando bulbos en macetas. El anciano le mostró a su nieto cómo enterrar los bulbos profundamente, bajo capas de suave composta en polvo. Una semana después, cuando Ben llegó a visitar nuevamente a su abuelo, corrió directamente a la puerta trasera y buscó ansioso sus narcisos y tulipanes, pero lo único que vio fue tierra.

—¿Por qué no han crecido mis flores, abuelito? —preguntó el niño.

El abuelo rio.

—No te preocupes. ¡Estarán aquí en la primavera! Solo tienes que ser paciente.

—¿La primavera? —se quejó Ben—. ¡Pero faltan siglos para eso!

—Llegará antes que te des cuenta —aseguró el abuelo.

El clima invernal llegó. La Navidad vino y se fue. Y en poco tiempo Benjamín se había olvidado completamente de sus bulbos. Entonces, un día, finalmente llegó la primavera.

—¡Hijo, ven a ver! —le llamó su abuelo, haciéndole señas para que fueran al patio trasero.

El niño se asombró al ver su maceta. ¡Estaba llena de flores maravillosas y coloridas! Se veían tan vibrantes en contraste con el pálido cielo de primavera.

—¿Valió la pena esperar? —preguntó el abuelo.

Ben asintió. Esa noche, el niño se quejó mientras trataba de memorizar su versículo para la iglesia. Seguía confundiendo las palabras.

—¿Qué tienes ahí? —preguntó su abuelo, levantando la mirada de su crucigrama.

Benjamín soltó un suspiro.

—Es un versículo que debo memorizar, ¡pero no puedo recordarlo! —el niño lanzó a un lado el papel y tomó su videojuego.

—¿Sabes? —expresó el abuelo—. Aprender versículos de la Biblia se parece un poco a sembrar bulbos. Sales en el frío y entierras los bulbos en la tierra, y después esperas. No pasa nada. Entonces esperas un poco más. Todavía no pasa nada. Hasta que un día, cuando casi te has olvidado de ellos, te das la vuelta y ahí están, ¡asomando sus cabecitas alegres de la tierra!

Ben miró su maceta de flores y sonrió. Estaba muy feliz de haberse tomado el tiempo para sembrar los bulbos.

—Pero ¿qué tiene que ver eso con aprender versículos?

—Cuando meditas en la Palabra de Dios, la entierras en lo más profundo de tu corazón para que el Espíritu Santo pueda usarla para recordarte la verdad y las promesas de Jesús. A veces te olvidas de que está ahí. Pero, un día, el versículo perfecto te viene a la mente, ¡justo cuando más lo necesitas! No te rindas, hijo. ¡Sigue memorizando esos versículos!

ANGELA JELF

ESCONDE LA PALABRA DE DIOS EN TU CORAZÓN

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 119:11

EN MI CORAZÓN HE ATESORADO TU PALABRA, PARA NO PECAR CONTRA TI.

¿Sabes por qué aprender versículos de la Biblia es tan importante? Al igual que sembrar un bulbo o una semilla, puede que no notes muchos cambios al inicio. Pero poco a poco, mientras meditas en la Palabra de Dios, el Espíritu Santo hace que Sus promesas comiencen a echar raíces en tu interior. Después, cuando llegue el tiempo, brotará y florecerá. Sigue leyendo la Biblia y aprendiendo lo que dice, ¡y confía en que Dios llenará tu vida con hermosas flores!

Clave de Hoy
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