Esperanzas destrozadas

David y Timoteo estaban emocionados por las sandías bebé que crecían en el huerto de su nueva casa.  “¡Vengan a nuestro huerto!”, invitó Timoteo cuando sus nuevos vecinos, Jacobo y Braulio, llegaron para jugar.

“¿Esas son sandías?”, preguntó Jacobo.

“Sí”, contestó David.  “¡Ya queremos que estén lo suficientemente grandes para comerlas!”

Unos minutos después, su madre salió al jardín.  “Niños, tenemos que correr a la tienda”.

“¡Nos vemos más tarde!”, les dijeron David y Timoteo a sus nuevos amigos.

Cuando regresaron a casa, los niños salieron a jugar, pero en seguida entraron corriendo en la casa.  “¡Mamá!”, gritaron, “¡nuestras sandías están destrozadas!”

Su madre salió y observó el huerto.  Había una pala en el piso, cerca de una de las sandías destrozadas.  “Esa pala no es nuestra”, afirmó, frunciendo el ceño.

En ese momento oyeron risas y, cuando levantaron la vista, miraron a Jacobo y Braulio que espiaban por la cerca.  Luego los vecinos se fueron corriendo, riendo a carcajadas.

Los ojos de Timoteo se llenaron de lágrimas.  “¿Por qué no hicieron?  ¡Creí que eran nuestros amigos!”

Mamá se veía triste.  “Sé que estás enojado, pero tenemos que perdonarlos”.

“¿Por qué?”, preguntó David.

“Porque también hemos cometido pecados que han enojado a Dios y, sin embargo, Él nos perdonó a través de Su Hijo, Jesús, quien murió para tomar el castigo por nuestros pecados.  Esa es la razón por la que debemos perdonar a otros.  Cuando perdonamos, mostramos a otros el amor y el perdón de Dios”.

Al día siguiente, los niños le pidieron a su mamá que los volviera a llevar a la tienda.  Trajeron a casa una hermosa sandía y la llevaron a la casa de los vecinos, junto con la pala que dejaron en su jardín.  Cuando Jacobo y Braulio salieron, David dijo: “Esto es para ustedes.  Solo queremos decirles que les perdonamos.  Esperamos que vengan a jugar con nosotros otra vez”.

Jacobo y Braulio balbucearon: “Bueno”, tomaron la sandía y la pala, y entraron a su casa.

“No estén tristes porque no hablaron mucho”, comentó su madre cuando regresaron a la casa.  “A veces Dios cambia lentamente los corazones de las personas.  Oremos para que puedan desarrollar con ellos una amistad que les permita ver el amor de Jesús”.  —  HANNAH ALAGANOU

PERDONA

VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 4:32

SEAN MÁS BIEN AMABLES UNOS CON OTROS, MISERICORDIOSOS, PERDONÁNDOSE UNOS A OTROS, ASÍ COMO TAMBIÉN DIOS LOS PERDONÓ EN CRISTO.

¿Te has sentido triste o enojado por las cosas malas que alguien ha hecho?  Así es como Dios se siente con nuestro pecado.  Pero si has confiado en Jesús para el perdón de tu pecado, Dios ya no está enfadado contigo.  Te ha perdonado y te ayudará a perdonar a otros que te han ofendido.  Confía en que Jesús te ayudará a mostrar Su amor y Su perdón a otros.

Clave de Hoy
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