¿Enojo bueno?

“¿Es esto una broma?”  Tiago pateó un juguete, enojado.  “Al principio me emocioné por los días de nieve, ¡pero es el tercer día seguido!  Ya me perdí de mi reunión de robótica y mi clase de deportes.  ¡Y ahora cancelaron nuestro partido de baloncesto!”

Mamá se apoyó en la puerta de Tiago.  “Sé que estás decepcionado, hijo.  Es comprensible”.

“¡Quiero que la nieve desaparezca!”, se quejó el niño.  “¡No hay nada bueno en esta semana!  ¡Nada!”

“¿Qué me dices de los pastelillos de chocolate y nueces que hicimos ayer?  ¿O de todos los juegos que pudimos jugar?”, le recordó su madre.

Tiago se lanzó a su cama.  “Estoy muy enojado.  ¡Solo quiero que me dejen en paz!”

“Está bien, pero antes que te vayas, quiero que pienses en contarle a Jesús cómo te sientes”.

“¿Por qué?  Eso no cambiará nada.  ¡De todos modos me quedaría aquí encerrado todo el día!”, exclamó Tiago, apretando sus dientes.

“Tu situación no cambiará, pero tal vez cambie la forma en que la percibes”.

“Dios no quiere oír acerca de mi enojo, mamá”, opinó el niño.

“Hijo, si lees los Salmos, ahí hay muchos ejemplos de gente que derrama lo que hay en su corazón delante de Dios, tanto en dolor como en enojo.  Después de llevar Sus preocupaciones y sentimientos ante el Señor, con frecuencia recuerdan nuevamente Su amor que no falla y lo que Él ha hecho por ellos en el pasado.  Dios quiere que acudamos a Él y que seamos honestos.  Él nos dio el enojo como una de nuestras emociones.  Lo que importa es cómo elegimos responder cuando nos enojamos”.

“¿Eso es lo que significa ese versículo en Efesios cuando dice: ‘Enójense, pero no pequen’?”, preguntó Tiago.

“¡Exactamente!”  Su madre sonrió.  “Todos nos enojamos y no debemos ignorar ese sentimiento.  Pero, en ven de tratar de utilizar nuestro enojo para hacer daño a otros, debemos llevarlo delante de Dios para que Él nos ayude a lidiar con Él de una manera saludable”.

“Mamá, perdóname por patear mis cosas y gritar.  No debí hacerlo”.

“Te perdono, hijo, así como tú me perdonaste la semana pasada que yo te grité a ti”.

“¡Ah, cierto!”  Tiago sonrió.  “Te parecías a Hulk un poquito”.

“No me digas”.  La madre saltó sobre la cama del niño y tomó una almohada.  “¡Solo espera hasta que veas lo excelente que es Hulk en las guerras de almohadas!”  —  SAVANNAH COLEMAN

ENTREGA TU ENOJO A DIOS

VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 4:26-27

ENÓJENSE, PERO NO PEQUEN; NO SE PONGA EL SOL SOBRE SU ENOJO, NI DEN OPORTUNIDAD AL DIABLO.

¿El enojo es una emoción que ignoras o te guardas?  ¿O explotas por la ira como un volcán que ha perdido el control?  Ninguna de estas reacciones es saludable.  Dios nos dio todas nuestras emociones por un motivo.  Cuando llevamos nuestros sentimientos y preocupaciones a Jesús, Él no solo escuchará, sino que también nos consolará y nos ayudará a lidiar con nuestras emociones de maneras saludables.  Cuando sientas ira, lleva tu enojo delante de Dios.

Clave de Hoy
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