Energía recargada
—¿Ya tenemos todo? —preguntó papá mientras la familia se metía al automóvil para irse a acampar—. ¿Sí trajeron la linterna? ¿Alguien la empacó?
—Sí, yo lo hice —aseguró Ignacio—. Traje la que tiene baterías recargables.
—Buena idea —afirmó su padre—. Bueno, ¡allá vamos!
Esa noche, después de la cena, Ignacio sacó la linterna de su mochila.
—Vamos, Rigo —le dijo a su hermano menor—. Vayamos a ver qué hay en la máquina de golosinas en la cabaña. Nos dejas ir, ¿papá?
Su padre asintió, así que nos niños se pusieron en marcha, siguiendo el sendero en medio de los árboles. La luz de la linterna titiló y se hizo más débil.
—Qué mal —balbuceó Ignacio—. Quien haya usado esta linterna por última vez no recargó las baterías. Están casi sin energía.
Después de comprar un bocadillo, Ignacio encendió la linterna. Comenzaron a regresarse a su campamento, pero la luz era demasiado débil como para alumbrar. Rigo vaciló:.
—Tengo miedo —se quejó—. No me gusta la oscuridad. Podría haber un oso en el bosque.
—No seas ridículo —dijo Ignacio con impaciencia—. Vayamos ya —el niño empezó a caminar en la oscuridad.
—¡Espérame! —los gritos de Rigo llenaron el silencio de la noche.
—¡Rigo, haz silencio! —exclamó Ignacio mientras regresaba rápidamente donde su hermano. Él tomó la mano de Rigo y lo haló en el camino de regreso.
—¿Qué pasó? —preguntó papá al ver que Rigo estaba muerto de miedo—. ¿No usaron la linterna?
—Nadie recargó las baterías y se apagó —refunfuñó Ignacio—. Y Rigo es un bebé.
—Ya veo —expresó su padre con el ceño fruncido—. Temo que la linterna no es lo único que se apagó. Tu paciencia también se apagó. Creo que necesitas una recarga.
—¿Yo? —preguntó Ignacio—. ¿A qué te refieres? ¿Cómo puedo recargarme?
—Recordando que Jesús te da el poder para ser paciente con otros —explicó papá—. Una forma de hacerlo es leyendo Su Palabra, la Biblia. La Escritura nos ayuda a recargarnos al recordarnos que le pertenecemos y que tenemos el Espíritu Santo en nuestro interior, que nos ayuda a demostrar Su amor a los demás. Por supuesto, como nuestra linterna no funciona y nuestros celulares tienen batería limitada, no podemos leer la Biblia esta noche. Entonces, ¿quién se acuerda de algunos versículos?
Todos comenzaron a recitar versículos que habían memorizado.
—Creo que ya nos sentimos recargados ahora, ¿y tú? —preguntó su madre con una sonrisa.
—Sí —afirmó Rigo. Ignacio dio la misma respuesta.
VIOLET E. NESDOLY
LA BIBLIA TE AYUDA A RECARGARTE
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 119:105
LÁMPARA ES A MIS PIES TU PALABRA, Y LUZ PARA MI CAMINO.
¿Te recargas leyendo la Palabra de Dios? Ella nos habla del amor de Jesús por nosotros y de lo que Él hizo para salvarnos. El Señor nos recuerda que ha dado a quienes confían en Él el poder para amar a otros y hacer lo correcto. Deja que la Palabra de Dios te recargue y que sea la luz que te guía por el camino de la vida, mientras caminas con Jesús cada día.
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