En tus narices
“¡Mira, Francisco! ¡Una vieja tarjeta de béisbol!”, exclamó Joaquín mientras los niños rebuscaban una caja en el ático de su abuelo. “Quizá el abuelo nos deje quedarnos con ella”.
“Sí, se lo voy a preguntar”, aseguró Francisco. El niño desapareció por la trampilla del ático mientras Joaquín seguía mirando las otras cosas que el anciano había guardado ahí.
“El abuelo dice que sí podemos quedarnos con ella”, informó Francisco a su regreso. “¡Me dijo que también podemos quedarnos con todas las tarjetas que encontremos!”
“¡Qué genial!”, expresó Joaquín, y los dos siguieron buscando en los montones llenos de polvo. “¡Aquí hay otra!”, gritó.
La cara sonriente del abuelo apareció por la trampilla un poquito más tarde. “¿Encontraron más tarjetas?”, preguntó.
“¡Sí, abuelito!” Joaquín sostuvo en algo una tarjeta que acababa de encontrar. “¡Qué divertido! ¡Es como buscar un tesoro!”
“Esto es un tesoro”, aseguró Francisco. “Estas tarjetas podrían valer mucho dinero, ¿verdad, abuelo? ¿Estás seguro de que quieres que nos quedemos con ellas?”
“Quédense con todas las que encuentren, hijitos”, afirmó el anciano.
“¡Está bien!”, indicó Francisco, sonriendo. “Este tesoro estaba en nuestras narices, pero recién ahora lo encontramos”.
“¿En nuestras narices?”, preguntó Joaquín.
“Es una expresión que significa que estaba aquí, donde podríamos haberlo encontrado fácilmente todo este tiempo”, explicó el abuelo. Pero ya es hora de bajar a almorzar”.
Después que terminaron de comer sus sándwiches de queso, el abuelo tomó su Biblia. “Busquemos más tesoros”, sugirió.
Joaquín observó la Biblia de su abuelo. “¿Hay tesoros en tu Biblia?”
El anciano asintió. “Claro que sí”.
Los niños se miraron el uno al otro. “¿De verdad?”, preguntó Francisco. “¿Qué clase de tesoros? ¿Valen mucho dinero?”
El abuelo rio. “Los tesoros de la Palabra de Dios son valen mucho más que el dinero. Los tesoros de Dios son Sus promesas, Su sabiduría, Su consuelo y Sus palabras de aliento. Contienen el tesoro que se halla en Jesús, quien murió por nuestros pecados y nos da vida eterna”. El abuelo abrió la Biblia. “Están aquí, en nuestras narices, pero muchas veces no encontramos esos tesoros. Veamos si podemos encontrar uno de ellos ahora mismo”. — MANFRED T. KOEHLER
LA BIBLIA ES EL VERDADERO TESORO
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 119:14
ME HE GOZADO EN EL CAMINO DE TUS TESTIMONIOS, MÁS QUE EN TODAS LAS RIQUEZAS.
¿Has encontrado los tesoros de Dios? Su Palabra, la Biblia, está llena de tesoros que valen mucho más que el dinero. Son cosas que no se pueden comprar con dinero. Busca en tu Biblia palabras de aliento y consuelo que te ofrece el Señor. Busca la esperanza de Jesús y todo lo que ha hecho, así como lo que Él promete hacer por quienes confían en Él. Te darás cuenta de que estos tesoros llevan a la paz, el gozo y las bendiciones. ¡Busca ese tesoro hoy mismo!
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