En sus zapatos

“Hola, Carmen”, saludó Lorena cuando su amiga llegó para trabajar en un proyecto de la escuela y quedarse a dormir después.  Lorena apuntó a los pies de la niña: “¡Mira, mamá!  ¡Los zapatos nuevos de Carmen son exactamente iguales a los míos!  ¡Qué genial!”

A la mañana siguiente, las niñas tenían que apurarse para tomar el autobús de la escuela.  “Mamá, ¿puedo pasar por la casa de Carmen  después de la escuela?”, preguntó Lorena.  Su madre asintió y se despidió cuando las niñas se fueron.

Esa tarde, cuando Lorena regresó a su casa, se dejó caer sobre el sillón.  “Me alegra tanto estar en casa”, declaró.  “El papá de Carmen no estaba de tan buen humor.  Su hermanito menor es un fastidio… ella dice que él siempre toma sus cosas.  Y la mamá estaba en el trabajo, así que le dejó una lista de tareas para hacer en la casa”.  La niña refunfuñó al sacarse los zapatos.  “Además, me duelen los pies.  Estos zapatos nuevos me sacaron una ampolla en el talón”.

“Tal vez solo necesitas ablandarlos y acostumbrarte a ellos”, sugirió su madre antes de examinar la etiqueta del zapato.  “¡Este zapato es de talla cinco y medio!  Deberías tener un seis.  Creo que se pusieron los zapatos equivocados, niñas”.

“¡Con razón me duelen los pies!”, exclamó Lorena, riendo.  “Es como ese viejo refrán que dice que nunca deberíamos juzgar a nadie si no hemos caminado un kilómetro en sus zapatos.  Supongo que hoy Carmen y yo caminamos esa misma distancia en los zapatos de la otra”.

Mamá sonrió.  “Sí, lo hicieron de manera literal, y pasar tiempo en la casa de otra persona también es como andar en los zapatos de la otra persona.  Entonces, ¿qué aprendiste al caminar en los zapatos de Carmen?”

Lori vaciló.  “Había estado antes en su casa, pero no sabía lo que mi amiga tiene que soportar a veces”, confesó al fin.

“Muchas veces no estamos conscientes de los problemas que afrontan otras personas”, respondió su madre.  “Esa es una razón por la que debemos orar por los demás, en lugar de criticarlos”.

“Porque Dios sabe lo que están viviendo, ¿verdad?”

Mamá asintió.  “Jesús entiende nuestras luchas porque Él ha caminado en nuestros zapatos.  Él se hizo humano y experimentó el sufrimiento por Sí mismo.  Debemos mostrar gracia a otros, tal como Él lo hace”.

“Oraré para que las cosas mejores para Carmen”, aseguró Lorena.  “Pero ahora voy a llamarla y preguntarle si le gustó caminar en mis zapatos.  ¡Al menos los míos no le quedan chicos!”  —  BARBARA J. WESTBERG

SÉ CONSIDERADO CON LOS DEMÁS

VERSÍCULO CLAVE:  HEBREOS 2:18 (NBV)

Y YA QUE ÉL MISMO SUFRIÓ LA TENTACIÓN, PUEDE AHORA AYUDAR A LOS QUE SON TENTADOS.

¿Te parece fácil criticar a otros?  Tal vez te haga falta andar en sus zapatos un rato y pensar en cómo sería vivir en sus circunstancias.  A lo mejor te darías cuenta de que las otras personas sufren y tengas la oportunidad de animarlas a que hablen con Jesús de sus problemas.  Él entiende lo que están viviendo.  No juzgues ni critiques a los demás.  Más bien, ora por ellos.

Clave de Hoy
0 replies

Leave a Reply

Want to join the discussion?
Feel free to contribute!

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *