El taller del abuelo
—¿Podemos ir ahora a tomar un helado, abuelo? —preguntó Amelia al entrar en el taller de su abuelo. La niña se estaba quedando en su cabaña por algunos días y habían planeado hacer muchas cosas emocionantes juntos, como volar cometas en la playa y tomar helados.
—Pronto —indicó el anciano mientras sostenía una herramienta eléctrica—. Solo tengo que guardar mi nueva lija eléctrica para arreglar la silla de la señora Chávez esta semana, y entonces podremos ir.
Desde que la abuela falleció, al abuelo le gustaba mantenerse ocupado arreglando cosas para otras personas. Podía ser una vieja mesa o un armario, pero el abuelo podía arreglarlo con la gran variedad de herramientas que guardaba en su taller.
—No toques nada, Amelia —advirtió el anciano mientras hacía espacio en la repisa para la lijadora—. Muchas de mis herramientas son filosas y pueden ser peligrosas si están en las manos equivocadas.
Amelia entró y observó los distintos artefactos. El olor a madera y aceite le llegó a su nariz.
—Huele como un bosque —susurró. Había tablones de madera apilados en el piso. La niña pasó su mano por uno de los pedazos de madera—. ¡Ay! —exclamó y después se sonrojó. Su abuelo le había advertido que no tocara nada—. Lo siento.
—No te preocupes, hijita —expresó el anciano, quien limpió el rasguño con un trapo limpio y le puso un curita—. Ahora está mejor. Por eso compré la lijadora, para suavizar los bordes afilados de esos tablones —el abuelo sonrió a su nieta—. ¿Sabes qué es lo que suaviza nuestros bordes afilados y nos sana?
Amelia se quedó pensando un momento y recordó algo que había mencionado el pastor Hugo.
—Jesús —respondió.
—Sí —afirmó el abuelo—. La vida no es fácil y todos pasamos por tiempos de dolor que nos dejan con bordes afilados y con necesidad de sanar. Jesús entiende nuestros problemas y nos ayuda… como cuando necesité ayuda después de la muerte de tu abuela. Pude haberme rendido, pero sabía que Jesús estaba conmigo y confié en que Él me ayudaría. Con la guía del Señor, encontré algo que me encanta hacer para ayudar a otras personas.
Amelia miró a su alrededor todo lo que había en el taller de su abuelo.
—Mi abuelita estaría orgullosa de ti.
El anciano sonrió; sus ojos brillaban.
—Ahora sí, ¿qué tal si vamos por un delicioso helado?
CINDY LEE
JESÚS NOS AYUDA Y NOS SANA
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 34:17 (NTV)
EL SEÑOR OYE A LOS SUYOS CUANDO CLAMAN A ÉL POR AYUDA; LOS RESCATA DE TODAS SUS DIFICULTADES.
¿Estás pasando por un momento difícil en tu vida? ¿Estás lidiando con problemas complicados que necesitas que Jesús te ayude a suavizar? Él entiende tus luchas y promete que te ayudará. Cuéntale lo que estás viviendo y confía en que estará contigo. Puede que no sea fácil, pero Jesús te guiará en medio de tus problemas y traerá sanidad para tu vida.
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