El polizón
—¡Oh, no! —exclamó papá mientras acomodaba el automóvil para guardarlo en el garaje—. Pedí que me trajeran leña para la chimenea, ¡pero miren dónde la apilaron! Les dije que la pusieran en el patio —él sacudió su cabeza—. Parece que vas a tener que mover la madera, Jeremías.
—¿Por qué yo? —demandó Jeremías con mala cara—. ¿Por qué solo a mí me toca hacer el trabajo sucio aquí?
—Todos tenemos trabajos para hacer —señaló su padre—. Mamá tiene que trabajar hasta tarde, yo tengo que hacer la cena. Entonces quedan tú y Anselma, pero no creo que ella pueda mover toda esa manera —él sonrió a su hija pequeña.
—¡Yo sí puedo! —exclamó la pequeña de cuatro años. Unos minutos más tarde, cuando Jeremías sacó su vagón y comenzó a cargarlo con madera, su hermanita anunció—: ¡Yo te ayudo!
—Genial —respondió Jeremías sarcásticamente. Se sorprendió al ver que ella logró agregar varios leños a su vagón.
—¡Guau! ¡Esto está muy pesado! —se quejó Jeremías un poco más tarde cuando quiso empujar su vagón.
Anselma rápidamente se ubicó detrás del vagó, estiró sus bracitos y comenzó a empujar.
—¿Ves, hermano? —expresó—. Yo te puedo ayudar.
—Sí —Jeremías estuvo de acuerdo, a regañadientes—. Esto sí es de ayuda —los niños trabajaron juntos y llevaron varias cargas de leña en el vagón.
—Parece que esta madera está cada vez más pesada —se quejó Jeremías después de haber trabajado por un rato.
Papá estaba arrancando maleza en el jardín y levantó la mirada.
—¡Tienes un polizón! —indicó.
Cuando Jeremías se dio vuelta, miró que Anselma estaba sentada encima de la madera.
—¡Bájate de ahí ahora mismo, Anselma! —ordenó.
Papá rio.
—Ese es un buen ejemplo de cómo las cosas son más fáciles cuando cada uno hace su tarea compartida —explicó mientras ayudaba a su hija a bajarse del vagón—. Cuando alguien se queda sentado, en lugar de hacer su trabajo, es más difícil para todos los demás.
Jeremías asintió, sonriendo a su hermana.
—Anselma es pequeña, pero cuando estaba ayudando en lugar de buscar transporte, hizo que el trabajo sea mucho más fácil.
—Todos los miembros de nuestra familia pueden ayudar a su manera —aseguró papá—. Lo mismo sucede con la familia de Dios. La iglesia es Su familia de creyentes, y es nuestro trabaja hablar a las demás personas sobre Jesús y demostrarles Su amor aquí en la tierra. Y cada miembro de la iglesia es necesario… todos debemos trabajar juntos para completar el trabajo que Dios nos ha dado.
BARBARA J. WESTBERG
HAZ TU PARTE DEL TRABAJO
VERSÍCULO CLAVE: ECLESIASTÉS 9:10 (NTV)
TODO LO QUE HAGAS, HAZLO BIEN.
¿Ayudas con el trabajo en tu casa? ¿Sientes que eres muy pequeño o que haces muchas cosas? Tal vez no puedas ayudar con todo, pero sí puedes ayudar con algo. El trabajo que realizas es importante, tanto en la casa como en la iglesia. ¿Qué puedes hacer para ayudar a la familia de Dios? ¿Entregar los boletines? ¿Limpiar el aula después de la escuela dominical? Sea lo que sea, puedes ayudar con el trabajo importante que Dios ha encargado a la iglesia.
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