El pez grande y lento

Debemos ser los primeros en llegar mañana al lago para que podamos atrapar al pez más grande y lento”, pensó Malaquías mientras se metía en su cama, con tanta emoción que casi no podía dormir.  El niño a duras penas aguantaba las ganas de ir al viaje de pesca que él y su padre habían planeado.  Había un róbalo gigante en el lago, al que habían tratado de atrapar por semanas, y Malaquías estaba seguro de que mañana sería el día en que finalmente lo atraparían.

Mientras conducían hacia el lago, muy temprano en la mañana, Malaquías se imaginó cómo su sedal se estiraba por el jalón del momento en que el gran pez mordiera el anzuelo.  Casi podía sentir lo pesado del pez mientras enrollaba el sedal…

“¿Qué es eso?”  La voz de papá interrumpió sus pensamientos.  Los faros de la camioneta hicieron brillar el chaleco fluorescente de un hombre que estaba sentado a un lado de la carretera, agarrando su tobillo.  El padre detuvo el vehículo.  “Espera aquí”, indicó antes de abrir la puerta de la camioneta.

En pocos minutos, papá regresó con el hombre, que estaba cojeando.  “Este es mi hijo, Malaquías”, le dijo el padre.  “Malaquías, te presento al señor Rodríguez.  Se lastimó el tobillo mientras corría, así que lo llevaremos al centro médico”.

“No quisiera ser una molestia”, expresó el señor Rodríguez.  “Puedo llamar a alguien para que me recoja”.

“No hay problema”, aseguró papá.  “Siempre es un gusto poder servir al prójimo”.

El corazón de Malaquías se cayó al piso mientras se alejaban del lago.  “Adiós al pez grande”, pensó con tristeza.

“¿Ustedes viven por aquí?”, preguntó el señor Rodríguez mientras iban en el automóvil.

El padre negó con la cabeza.  “No, somos de la ciudad.  Solo venimos a este lugar a pescar”.

“¿Son de la ciudad?”  El señor Rodríguez se veía confundido.  “Entonces, ¿por qué dicen que soy su prójimo?”

“Bueno, estaba usando el término del mismo modo que Jesús lo utiliza en la Biblia, que se refiere a cualquier persona que necesita una mano”.  El señor Rodríguez escuchaba con atención mientras papá seguía hablando sobre Jesús y lo que Él había dicho en la Biblia.

Cuando finalmente atendieron al señor Rodríguez, ya era demasiado tarde para ir de pesca.  “Lo siento, hijo”, indicó papá.

Malaquías estaba decepcionado, pero entonces recordó cómo su “prójimo” había escuchado mientras su padre hablaba de Jesús.  “Está bien”, afirmó.  “Atraparemos al pez grande y lento en otra ocasión.  Ayudar al prójimo es más importante”.  —  RICHARD S. MAFFEO

SÉ UN BUEN PRÓJIMO

VERSÍCULO CLAVE: LUCAS 10:27 (NVI)

AMA A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO.

¿Sabías que cualquier persona podría considerarse tu prójimo?  Jesús nos dice cómo mostrar Su amor a otros al ser buenos prójimos con todos.  Cuando estamos dispuestos a hacer sacrificios para ayudar a alguien, esa persona puede ver cómo es Jesús.  A lo mejor se interesará incluso en conocer más sobre Él.  Al ser un buen prójimo con aquellos que te rodean, les estás mostrando el amor de Jesús.

Clave de Hoy
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