El pequeño ídolo rectangular
Graciela se desplomó en el sillón con su teléfono. “Lo guardaré cuando oiga que mi mamá ya viene”, pensó. “Ella siempre me anda diciendo que paso demasiado tiempo en mi teléfono”.
Cuando Graciela oyó los pasos de su madre en el porche, puso el teléfono en su bolsillo y tomó un libro de la escuela.
“Hola, hija”, saludó mamá cuando entró en la sala. “¿Terminaste tu tarea?”
Graciela negó con la cabeza. “Todavía no, mamá, pero ahora la termino”.
“Ya no hay tiempo”, indicó su madre. “Hoy tenemos que ir a la iglesia, ¿te acuerdas?”
“No puedo ir”, señaló Graciela. “Tengo demasiadas tareas”. La niña sintió que su teléfono vibraba en su bolsillo y se detuvo cuando iba a sacarlo frente a su madre.
“Puedes hacer tus tareas cuando regresemos a casa”, sugirió mamá.
A pesar de que Graciela no había querido ir a la iglesia, le pareció muy interesante el misionero que fue invitado para predicar. “¿Cómo pueden las personas de ese país adorar estatuas hechas de madera y piedra?”, le preguntó a su madre cuando iban de camino a casa.
“¿Y qué piensas de la gente en nuestro país que adora un pequeño rectángulo hecho de metal y vidrio?”, preguntó mamá.
“¡Qué raro!”, exclamó Graciela. “¿Quién hace algo así?”
“Bueno, yo lo he hecho”, admitió su madre.
“¿Qué?” Graciela no podía creerlo. “¿Has adorado un ídolo?”
Mamá asintió y sostuvo su teléfono en alto. “Es probable que tú también lo hayas hecho. A veces corro a mi teléfono para encontrar valía, consuelo o respuestas, cuando debería correr hacia Jesús para encontrar esas cosas. O paso mucho tiempo escribiendo a otras personas o leyendo lo que han publicado, sin dedicar tiempo para hablar con Jesús o leer lo que Él dice en Su Palabra. ¿Te suena familiar?”
Graciela suspiró. “Sí, supongo”.
“Con frecuencia creemos que los que adoran ídolos son personas de otras religiones que se inclinan ante objetos de madera o piedra”, explicó su madre. “Pero nosotros hacemos lo mismo cuando ponemos a cualquier objeto en nuestras vidas delante de Dios. Los teléfonos son excelentes herramientas, pero cuando dejamos que capturen nuestra atención para que no pensemos en Jesús, debemos confesar nuestra idolatría y volver a poner nuestro enfoque en Él”.
Graciela sacó su teléfono y se lo entregó a su mamá. “¿Podrías guardármelo por un rato?”, pidió. “Creo que necesito pasar un tiempo con Jesús sin ese aparato”. — HOLLY F. CEPEDA
NO PERMITAS QUE NADA DE CONVIERTA EN UN ÍDOLO
VERSÍCULO CLAVE: OSEAS 13:4
NO RECONOCERÁS A OTRO DIOS FUERA DE MÍ.
¿Adoras a un ídolo? Puede que no te inclines frente a él, pero ¿hay algo más importante que Dios para ti? Está bien que te diviertas y que utilices cosas que hagan que la vida sea más conveniente, pero no permitas que te distraigan de tu relación con Jesús. Él es quien te ama y siempre estará ahí para ayudarte, no los teléfonos, videojuegos, deportes, dinero ni ninguna otra cosa. Adóralo solo a Él.
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