El papel de María
Cecilia esperaba ansiosamente que dijeran su nombre en voz alta mientras asignaban los papeles principales para el programa de Navidad en la iglesia. Estaba segura de que era perfecta para el papel de María, la madre de Jesús. “Nadie puede memorizar las líneas tan bien como yo”, pensó.
“Berta”. La voz del señor Rodríguez interrumpió los pensamientos de Cecilia. “Creo que tú serías una buena opción para el papel de María”.
Cecilia ahogó un grito. “¡Berta! Ella tartamudea a veces”, pensó la niña. “¿Qué clase de María será?” Entonces puso mala cara. “Bueno, por mí está bien. Al cabo que ni quería estar en este ridículo teatro”. Cuando el señor Rodríguez le ofreció otro papel, Cecilia inventó una excusa y se rehusó a ser parte de la producción.
Durante la noche del programa, Cecilia se sentó en la primera fila. Había ido solo para reírse de los errores de Berta. “¡El señor Rodríguez quedará en ridículo por tomar una decisión tan absurda!”, pensó indignada. “Ese traje marrón parece haber sido hecho con un costal. ¡Mi mamá me hubiera cosido un disfraz mucho mejor que ese!” La niña rio burlonamente para sí y torció los ojos.
Un poco insegura, Berta empezó a recitar el texto del primer capítulo de Lucas: “Mi alma engrandece al Señor… porque… porque…” Ella hizo una breve pausa. “Porque ha mirado la humilde condición de esta su sierva”.
“Humilde condición”, pensó Cecilia. “¡Eso sí que le queda a Berta a la perfección!” De repente, un pensamiento le vino a la mente, dejándola boquiabierta. “¡Le queda a la perfección también a María!” Cecilia trató de ignorar esa idea, pero no pudo. Más pensamientos no deseados persistieron en su mente mientras observaba el resto del teatro navideño. “María estuvo dispuesta a obedecer a Dios y llevar a cabo sus mandamientos, y Berta también es así”. Entonces la niña se dio cuenta. “¡Ella es una buena María!”
En su corazón, Cecilia sabía que, si hubiera conseguido el papel, estaría diciendo las palabras de María solo para quedar bien y ser una actriz estrella. Pero Berta era humilde como la verdadera María… y como Jesús. Ambos estuvieron dispuestos a obedecer a Dios y hacer sacrificios por el bien de otros. Avergonzada, Cecilia oró en silencio, pidiéndole a Dios que perdonara su espíritu orgulloso y que la ayudara a ser humilde como María… y como Jesús. — JAN L. HANSEN
SIRVE CON HUMILDAD
VERSÍCULO CLAVE: MATEO 20:27
EL QUE ENTRE USTEDES QUIERA SER EL PRIMERO, SERÁ SU SIERVO.
¿Eres humilde como María? ¿O crees que te debían haber elegido a ti para cantar el solo, responder las preguntas o guiar el grupo porque lo haces mejor? Jesús desea siervos humildes que estén dispuestos a servir Su propósito, en lugar de ver por lo propio, para que Él reciba la honra. A pesar de que Él es Dios, Jesús estuvo dispuesto a morir por nuestros pecados para que podamos ser salvos. María fue una sierva humilde del Señor. ¿Esa descripción te calza?
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