El juego de esperar

Llegó el día en que Mireya y su madre visitarían al abuelo, pero mamá no dejaba de hablar por teléfono.

—¡Vamos a llegar tarde! —exclamó Mireya.

Su madre puso su mano sobre el teléfono.

—Vamos a jugar al juego de esperar.

Mireya refunfuñó. El juego de esperar ni siquiera era un juego. Era solamente algo que su mamá le decía para recordarle que debía tener paciencia. Mireya caminaba de un lado al otro en la habitación, pero su madre seguía hablando por teléfono.

—No quiero jugar al juego de esperar —balbuceó Mireya. Entonces le vino la idea de irse sola a la casa del abuelo. Con su nueva bicicleta podría llegar allá en pocos minutos. La niña salió por la puerta trasera y se montó en su nueva bici. ¿Dónde vivía su abuelo? Ella adivinó y pedaleó por la vereda.

Después de un rato, Mireya vio una casa de color amarillo brillante. Algo no estaba bien. A lo mejor el abuelo vivía en otra dirección. La niña dejó de pedalear y puso su cabeza en sus manos.

—¡Debí haber esperado a mi mamá!

—¡Mireya!

Mireya dejó caer su bicicleta y corrió hacia los brazos de su madre, con las mejillas llenas de lágrimas.

—¡Lo siento! No quería jugar al juego de esperar, ¡pero sé que no debí haberme escapado así!

Mamá acarició la espalda de su hija y después la miró a los ojos.

—Mireya, ¿tienes fe en mí?

La niña se limpió las lágrimas.

—¿A qué te refieres?

—¿Confías en que te amo y que voy a cumplir mis promesas? —Mireya asintió—. Muy bien —continuó su madre—.  Porque es e verdad. No siempre es fácil tener fe cuando la espera se pone difícil, pero a veces tenemos que esperar de todos modos. Y eso nos ayuda a crecer para que seamos más pacientes y aprendamos a confiar.

Mireya asintió lentamente.

—¿Es como cuando tenemos que confiar en Dios, aun si nos sentimos impacientes?

—Exactamente. A pesar de que es difícil esperar, podemos confiar en Dios porque Él siempre cumple Sus promesas —la madre tomó la mano de su hija, levantó la bicicleta y se dirigió de regreso a la casa.

Mireya frunció el ceño.

—¿Ya no vamos a la casa del abuelo?

—Hoy no. Tomaste la no tan buena decisión de escapar, así que no podemos ir hoy —dijo mamá—. Pero para mañana, el abuelo y yo hemos planeado algo emocionante. ¿Confías en nosotros?

Mireya respiró profundamente, preparándose para jugar nuevamente al juego de esperar.

—Sí, yo confío en ustedes.

BECCA WIERWILLE

TEN FE EN DIOS Y ESPERA EN ÉL

VERSÍCULO CLAVE: SANTIAGO 1:4

QUE LA PACIENCIA TENGA SU PERFECTO RESULTADO, PARA QUE SEAN PERFECTOS Y COMPLETOS, SIN QUE NADA LES FALTE.

¿Alguna vez has tenido que esperar por mucho tiempo? A veces tu familia o tus amigos te pedirán que esperes y otras veces Dios también nos pide que esperemos. Esperar puede ser difícil, pero podemos confiar en que el Señor cumplirá Sus promesas. Él nos ama tanto que envió a Jesús a morir por nosotros, y promete que hará lo que es mejor. Dios también promete que, mientras nos enseña a ser pacientes y a confiar en Él, nos ayudará a crecer.

Clave de Hoy
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