El jefe del jefe
“Estoy cansado de que todos me den órdenes, abuelo”, se quejó Telmo. “Mi maestro me dijo que tenía que quedarme en el recreo y terminar mis tareas. Papá me dijo que limpiara el garaje. Mamá dice que tengo que hacer mi cama todos los días. Y mi maestra de escuela dominical me da versículos de la Biblia para aprender”.
“Esa es una larga lista de jefes”, comentó su abuelo.
“Sí, ¡y el pastor Fernando dice que tengo que obedecerlos a todos!”
“Entonces tienes que hacerlo”, reafirmó el abuelo, “porque eso es lo que dice la Biblia”.
Telmo suspiró. “Voy a ser feliz cuando sea adulto y pueda ser mi propio jefe”.
El abuelo rio. “Eso era lo mismo que yo pensaba cuando tenía tu edad, ¡pero ahora tengo más jefes que antes!”
“¿Tú tienes jefes?”, preguntó Telmo. “¿Quiénes?”
“En primer lugar, está Dios”, contestó el abuelo. “En segundo lugar, tu pastor también es mi pastor”.
“Pero ¿el pastor Fernando te dice qué debes hacer?”, preguntó Telmo, sorprendido.
“¡Claro que sí!”, respondió el abuelo. “Jesús no dice: ‘Lee tu Biblia’, o: ‘Paga tus diezmos’, o: ‘Visita el hogar de ancianos’, pero él predica frecuentemente sermones acerca de lo que Jesús ha hecho por mí, sobre cómo puedo conocerlo mejor y mostrar a otros Su amor. El pastor me ayuda a obedecer a Jesús”.
“¿Quién más te dice lo que debes hacer?”, preguntó Telmo.
“Mi empleador me da cosas para hacer en el trabajo”, explicó el abuelo. “La municipalidad me dice si puedo construir una nueva casa o criar pollitos. La policía me dice dónde puedo estacionar mi automóvil”.
“Creo que sí tienes muchos jefes”, suspiró Telmo. “Supongo que eso significa que siempre voy a tener jefes también”.
“Sí, pero aprenderás a apreciarlos”, le aseguró su abuelo. “Dios no puso en autoridad sobre nosotros a las personas que solo nos van a dar órdenes. Tienen el propósito de guiarnos y ayudarnos a crecer. Aun cuando afrontemos una situación difícil con un jefe, podemos confiar en que Jesús nos ayudará en medio de todo y que aprenderemos de ello”.
“¡Galo!”, llamó la abuela. “Por favor, ¿puedes venir a sacar esta basura?”
El abuelo se puso de pie. “Ya voy, Sara”. El anciano sonrió a su nieto. “¿Te das cuenta? Hasta tu abuela me dice qué hacer”.
Telmo rio. “Claro, pero si yo fuera tú, ¡me apresuraría a hacer lo que ella dice!” — BARBARA J. WESTBERG
OBEDECE A QUIEN ESTÁ A CARGO
VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 13:1 (NTV)
TODA PERSONA DEBE SOMETERSE A LAS AUTORIDADES DE GOBIERNO, PUES TODA AUTORIDAD PROVIENE DE DIOS, Y LOS QUE OCUPAN PUESTOS DE AUTORIDAD ESTÁN ALLÍ COLOCADOS POR DIOS.
¿Sientes que hay muchas personas que te dan órdenes? ¿Eso te cansa y desearías poder ser tu propio jefe? Recuerda que Dios ha puesto a estas personas en autoridad sobre ti. Él sabe que necesitas de su guía. Por lo tanto, obedece y aprende de ellos, y confía en que Dios usará tu obediencia para ayudarte a crecer.
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