El intermediario

Tadeo torció los ojos cuando su hermano, de forma engreída, agitó un pedazo de papel frente a su nariz.  “¡Ya basta, Nando!  Siempre estás presumiendo tus buenas calificaciones”.  Tadeo levantó la nariz y comenzó a remedar a su hermano.  “Saqué un 100 en esto y un sobresaliente en lo otro.  ¡Soy taaaan inteligente!”

“Bueno, sí soy el niño más inteligente de mi clase”, aseguró Nando.

“Niños, ¡ya basta!”  Su padre sacó su billetera y sacó algunos billetes.  “¿Qué piensas de esto, Nando?”

Los ojos de Nolan se abrieron de asombro.  “¡Guau!  ¡Es mucho dinero!”

“Sí”, afirmó el padre con un gesto de su cabeza.  “¿Recuerdas la motocicleta que tu tío Julio nos pidió que le ayudemos a vender cuando se mudó a otro país?  Bueno, la vendí esta mañana y el hombre me pagó en efectivo.  Este dinerito nos cae como anillo al dedo, ¿no crees?”

“Sí, pero…”  Nando miró a su papá, confundido.  “No lo vas a gastar, ¿o sí?”

“¿Por qué no?”, preguntó el padre.  “El hombre me dio el dinero a mí”.

“Pero no es tuyo”, señaló Tadeo.  “Ese dinero le pertenece al tío Julio, ¿no?”

“Sí, papá”, reafirmó Nando.  “La motocicleta le pertenecía a él, entonces, si te quedas con el dinero, le estarías robando, ¿verdad?”

Papá sonrió.  “Tienen razón, eso sería robar.  El comprador me entregó el dinero a mí, pero en realidad le estaba pagando al tío Julio.  Yo solo soy el intermediario.  Al igual que tú, Nando”.

“¿Cómo yo?”, preguntó el niño.  “¿A qué te refieres?”

“Me refiero a que todas las habilidades y talentos que tienes, grandes o pequeños, provienen de Dios”, respondió su padre.  “Él te los dio, pero realmente le pertenecen a Él.  A veces las personas te halagan por ellos, pero solo eres el intermediario.  Jesús te dio esas habilidades para que puedas usarlas para darle gloria a Él, no para glorificarte a ti mismo”.

Nando se llenó de vergüenza.  “Entonces, ¿me estás diciendo que no debería sentirme orgulloso de ser inteligente?”

“Así es”, indicó papá.  “Dios quiere que disfrutes tu amor por aprender, pero Él te dio esa habilidad para que la utilices para ayudar a otros y mostrarles el amor de Jesús, no para restregarla en las narices de los demás.  Cuando sacas una buena calificación o recibes un halago, recuerda que realmente eso le pertenece a Dios y dale gracias por los dones que Él te ha dado”.

“Está bien, papá”, expresó Nando.  “Trataré de recordarlo.  ¡No quiero robarle a Dios!”  – A. W. SMITH

TODOS TUS TALENTOS LE PERTENECEN A DIOS

VERSÍCULO CLAVE: 1 CORINTIOS 4:7 (PDT)

TODO LO QUE TIENES, DIOS TE LO HA DADO. ENTONCES, ¿POR QUÉ PRESUMES COMO SI LO HUBIERAS CONSEGUIDO TÚ MISMO?

¿Eres excelente para las tareas de la escuela o los deportes?  ¿Tienes habilidades para la música o para hablar en público?  Quizá tengas talento para arreglar cosas o hacer que los demás se sientan bien recibidos.  Recuerda que cualquier habilidad que tengas proviene de Dios y Él merece el crédito.  Utiliza tus talentos para darle la gloria a Dios y para mostrar a otros Su amor.

Clave de Hoy
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