El fruto del Espíritu (Parte 2)
Liliana visitaba su huerto todos los días, y sus plantitas de tomate, a las que ella y su hermana habían bautizado como Amor, Gozo, Paciencia y Bondad, crecían y crecían. Luego, una noche, unas nubes negras comenzaron a agruparse en el horizonte. Al principio, Liliana observaba desde la habitación de su habitación, mientras las gotas de agua caían del cielo, pero en poco tiempo no pudo ver más a sus pobres plantitas de tomate a través de la pesada cortina de lluvia. De repente, un rayo partió el cielo y el viento soplaba tan fuerte que un árbol se cayó a pocos centímetros de la ventana. Mirna llamó a Liliana para que bajara al sótano.
A la mañana siguiente, cuando la tormenta pasó, Liliana y Mirna caminaron tímidamente hacia el huerto. El pasto estaba pantanos y un montón de ramas cubrían el suelo. Las botas de lluvia de las niñas chapoteaban mientras andaban lentamente por el lodo. Ambas tenían miedo de lo que podrían encontrar en el huerto, pero cuando Liliana se acercó, soltó un grito de emoción. “¡Están bien!”
Las cuatro plantitas de tomate estaban ilesas. Liliana estaba a punto de darle a Mirna un abrazo cuando oyó un llanto en la casa de al lado. Liliana se volvió para mirar a Rafael, el vecino que con frecuencia era cruel con ella y se había burlado de sus plantas de tomate, que estaba llorando. El viento había arrancado de raíz sus matas y las arrojó al otro lado del jardín, donde la lluvia las golpeó con fuerza. Ahora el espacio de tierra donde había estado el huerto de Rafael solo estaba lleno de una plasta verde.
Mirna se agachó y susurró en el oído de Liliana, mientras veían como Rafael entraba en su casa. “¿Recuerdas cuál era el primer fruto del Espíritu?”
“Amor”, respondió Liliana. “Nada crece sin amor”.
Las niñas susurraron juntas por un momento más, y luego Mirna sacó una pala. Con cuidado, desenterró a Amor, la plantita de tomate en la que acababan de brotar pequeños frutos verdes. Tuvieron cuidado para no dañar las raíces mientras levantaban la planta del suelo. Juntas llevaron la mata a la casa de al lado.
Mirna cavó un hoyo en medio de las ruinas del huerto de Rafael. Entonces, con el mismo cuidado, Liliana puso la planta de tomate dentro del hoyo. Luego lo llenó con tierra y sembró a Amor en el centro del huerto de su vecino. – KRISTIN BEAVEN
SIEMBRA SEMILLAS DE AMOR
VERSÍCULO CLAVE: 1 CORINTIOS 13:13
Y AHORA PERMANECEN LA FE, LA ESPERANZA, EL AMOR: ESTOS TRES; PERO EL MAYOR DE ELLOS ES EL AMOR.
¿Te cuesta amar a alguien que ha sido cruel contigo? La Biblia nos dice que el amor es la forma más importante en que mostramos a los demás quién es Jesús y qué ha hecho por nosotros. Él amó a las personas que fueron crueles con Él, y cuando somos amables con los demás, incluso cuando ellos no son amables con nosotros, les presentamos el amor de Jesús. Siembra las semillas del amor de Dios al ser amable con otros.
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