El dolor que se fue
“Oh, mamá, ¡por favor!”, rogó Nayori mientras navegaba por una página web en la computadora portátil de su madre. “¡Por favor, déjame comprar una de esas sudaderas de moda! ¡Todos en la escuela tienen una!”
Mientras la niña seguía hablando, oyeron un fuerte grito y su hermanito salió del cuarto de juegos.
“¡Me lastimé!”, dijo llorando Sebastián. “Me remordí el dedo, ¡y me duele tanto!”
“¿Cuál dedo fue?”, preguntó su madre, tomando la mano del pequeño.
Sebastián hizo una pausa, miró sus manos y movió sus dedos. “No recuerdo”, afirmó, sorprendido. “¡Supongo que ya no me duele!” Sonriendo, se dio la vuelta y regresó a jugar.
Nayori se echó a reír. “¡Vaya lastimado! ¡Ni siquiera podía recordar qué dedo se remordió!”
Mamá se dirigió a su hija. “¿Recuerdas cómo en septiembre me contaste que ibas a ‘morir’ si no te compraba algo que creías que necesitabas?”
“Eh… realmente, no”, señaló Nayori. “¿Qué fue lo que quería?”
“Un par de zapatos, esos que dijiste que todos usaban. Los que te compré se veían casi iguales, pero costaban la mitad. Te quejaste por una o dos semanas. Luego cambiaste de tema. ¿Por qué?”
Nayori se sonrojó. “Bueno… Supongo que me olvidé de eso”. La niña frunció el ceño. “Me estás diciendo que, si no tengo esa sudadera ahora, en poco tiempo me olvidaré de cuánto la quería, ¿verdad?”
Su madre asintió. “No está mal que quieras tener cosas de moda, pero debes recordar que esas cosas jamás van a satisfacerte. Es fácil que olvidemos las cosas que queremos porque siempre hay algo más nuevo y mejor para reemplazarlas. Esa es la razón porque la Biblia nos dice que aprendamos a estar contentos con lo que tenemos, porque, como cristianos, ya tenemos lo único que nos puede satisfacer: ¡la vida eterna con Jesús!”
Mamá abrazó a Nayori. “Sé que es difícil que quieras ciertas cosas y no poder tenerlas, pero, al igual que Sebastián, creo que eso hará que te des cuenta de que el lastimado no era tan terrible como creías. En vez de eso, enfócate en lo que sí tienes: una relación con Jesús, el cual te ama y promete que te proveerá todo lo que necesitas. Si lo haces así, ese dolor que sientes por no tener lo que quieres pronto desaparecerá”. — SHERRY L. KUYT
APRENDE A TENER CONTENTAMIENTO
VERSÍCULO CLAVE: FILIPENSES 4:11
HE APRENDIDO A CONTENTARME CUALQUIERA QUE SEA MI SITUACIÓN.
¿Hay cosas que sientes que simplemente debes tener para ser feliz? Piensa en algo que realmente querías en el pasado. Ya sea que lo hayas recibido o no, ¿todavía piensas en eso? ¿O hay algo más que desees ahora? Las cosas no nos dan la felicidad. Solo Jesús puede satisfacer nuestras almas. Si lo conoces como tu Salvador, tienes todo lo que necesitas para tener una total satisfacción y contentamiento.
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