El cuadro de Francisco y el diente de León de Lucía
“¡No es lo suficientemente bueno!” Francisco frunció el ceño frente al cuadro que tenía frente a él. Estaba desordenado. No le gustaba.
“Me parece que está bastante bien”, aseguró su madre con una voz calmada.
“Mira eso”. El niño apuntó un lugar en que su pincel se había resbalado. “Ese azul no debería estar ahí. No voy a entregarlo. Es basura”.
“¡Miren lo que encontró Lucía!” Papá entró a la habitación con la hermanita menor de Francisco en sus brazos. Él la ayudó a entregarle a mamá algo que parecía la cabeza de un diente de león.
“Oh, hijita, ¡qué hermoso!”, expresó su madre.
Francisco observó con desconfianza. “Pero está todo aplastado y ni siquiera tiene tallo”, pensó. “¡Es una hierba mala!”
El padre entregó la bebé a su mamá y se acercó a la mesa. “¿Qué es esto, hijo?”
Francisco suspiró. “Lo iba a entregar para el concurso de la biblioteca, pero está todo mal”.
“¿Cómo que está todo mal?” Papá tomó el cuadro y lo examinó con sus ojos. “A mí me gusta”.
“A mí también”, afirmó la madre. “Te esforzaste mucho y se nota”.
“Si hiciste tu mejor esfuerzo, eso es lo que importa”, indicó su padre. “No tiene que ser perfecto. Dios quiere que usemos los talentos y las habilidades que Él nos ha dado para que otros puedan disfrutarlos, y eso fue lo que hiciste con esta pintura”.
“¿Dios?” Francisco negó con la cabeza. “No quiero que Dios vea este cuadro. No le gustaría. No quiero que Él vea cómo me salió mal”.
“Francisco”, comentó mamá, “Dios sí puede ver esta pintura y a Él le gusta. Le gusta porque tú la hiciste y Él te ama”. Entonces le mostró el diente de león. “A mí me gusta el regalo de Lucía porque ella es mi hija. No tiene que ser perfecto. Y tú eres uno de los hijos de Dios. Él conoce todos nuestros errores, y esa es la razón porque envió a Su Hijo perfecto, a Jesús, a morir en la cruz para salvarnos. A Él le encanta cuando usamos nuestros dones para crear cosas nuevas, a pesar de que no sean perfectas”.
“A mí me parece que tu cuadro está bello”, opinó su padre. Este se inclinó y besó la mejilla regordeta de la hermanita de Francisco. “Así como el diente de león de Lucía”. — EMILY ACKER
NO NECESITAS ALCANZAR LA PERFECCIÓN
VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 8:35
¿QUIÉN NOS SEPARARÁ DEL AMOR DE CRISTO? ¿TRIBULACIÓN, O ANGUSTIA, O PERSECUCIÓN, O HAMBRE, O DESNUDEZ, O PELIGRO, O ESPADA?
¿Estás tratando de buscar siempre la perfección? Está bien que quieras dar tu mejor esfuerzo, pero tratar de hacer todo perfectamente solo te agotará. Nadie es perfecto, solo Jesús, y Él te ama, pase lo que pase. Dios se deleita en las cosas que haces para Él, aun cuando no lleguen a ser perfectas. No necesitas alcanzar la perfección porque Él ya es perfecto. Simplemente disfruta de los dones que Dios te ha dado.
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