El conejito no es tan amigable

 “¿Puedo llevar mañana a Casper conmigo a la escuela?”, preguntó Max una noche.

“No puedes llevar a tu conejito a la escuela”, señaló su hermano mayor, Santiago.  “¿Dónde lo vas a poner?  ¿En tu escritorio?”  El niño se rio de la idea. 

Max le hizo una mueca a su hermano.  “Tenemos un conejo en nuestra aula, y la señorita Sánchez dice que puedo poner a Casper en la jaula con él.  Por favor, ¿puedo llevarlo, mamá?  Creo que Casper se siente solo porque no tiene otros conejitos para jugar”.

Su madre le dio permiso, así que al día siguiente Max llevó a Casper con él a la escuela.  “Mira, Pecas”, dijo la señorita Sánchez mientras abría la jaula del otro conejo.  “Aquí tienes un amigo para que juegues con él”.  Pero cuando pusieron a Casper junto a Pecas, los dos conejos empezaron a morderse y a rasguñarse mutuamente.  La señorita Sánchez sacó rápidamente a Casper.  “Bueno, ¡supongo que ninguno de estos conejos quiere tener un amigo, después de todo!”, señaló, sorprendida, y luego ayudó a Max a arreglar una caja para tener ahí a Casper durante el resto del día.

Esa noche, durante la cena, Max contó a su familia lo que había sucedido. “No lo entiendo.  ¿Por qué no se cayeron bien los conejos?  Llevé a Casper a la escuela para que pudiera tener un amigo y que no estuviera solo, ¡pero él y Pecas no hicieron otra cosa que pelear!”

“Te dije que llevar a tu conejo a la escuela era una idea absurda”, indicó Santiago.

“¡Cállate, Santiago!”  Max estalló de ira.  “A ti nadie te preguntó”.

Mamá puso a un lado su tenedor.  “¿Saben?  Oír la historia de lo que pasó hoy con esos conejos en la escuela me recuerda a la forma en que ustedes dos se tratan el uno al otro”.

Max y Santiago se miraron y bajaron la mirada. 

“Ustedes son hermanos”, continuó su madre.  “No solo hermanos en esta familia, sino que también son hermanos en la familia de Dios.  Jesús pone a otros cristianos en nuestras vidas para que podamos disfrutar y animarnos unos a otros, pero ustedes no hacen más que pelear”.

“Entonces, en lugar de pelear, ¿Jesús quiere que Santiago y yo nos divirtamos juntos?”, preguntó Max.

Mamá asintió.  “Y quiere que se traten con la misma bondad y amor que Él les ha mostrado a ustedes.  Jesús quiere que tratemos así a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en Cristo.  Tenemos que vivir en armonía con los que conocen a Jesús y lo aman como nosotros”.  DAWN YRENE

VIVE EN ARMONÍA CON LOS DEMÁS

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 133:1

MIREN CUÁN BUENO Y CUÁN AGRADABLE ES QUE LOS HERMANOS HABITEN JUNTOS EN ARMONÍA. 

¿Cómo tratas a tus hermanos?  ¿Les muestras bondad y amor, o estás muy ocupado peleando con ellos?  Jesús quiere que mostremos Su amor a todos, pero es especialmente importante que vivamos en armonía con otros cristianos.  La Biblia nos dice que vivamos como hermanos en Cristo, para que podamos animarnos unos a otros y sepamos que no estamos solos mientras aprendemos a caminar con Jesús.

Clave de Hoy
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