Dobla tus rodillas
Luciano se sentó en las gradas mientras observaba cómo su tío Benito le ayudaba a su madre a cargar los muebles de la casa para ponerlos en su camioneta, que estaba estacionada frente al garaje. «¿Por qué ya no le importo más a mi papá?», se preguntaba Luciano. Su padre se había ido de la casa e inició los trámites para el divorcio. Le dijo a su hijo que todavía lo amaba, pero a pesar de que Luciano lloró, pataleó e imploró para que su papá regresara a casa, nada cambió. Ahora el niño y su madre se tenían que mudar a una casa más pequeña y menos costosa, y sentía que su corazón estaba roto en mil pedazos.
Mamá dio unas palmaditas al hombro de su hijo cuando subió por las gradas con el tío Benito.
—Luciano, ¿puedes venir a ayudarnos con esta cómoda que es muy pesada?
El niño puso mala cara y entró en la casa. Mientras se agachaba para levantar una de las esquinas, su tío Benito exclamó:
—¡No! ¡No! Esa no es la manera de levantar algo pesado, Luciano. Así te vas a lesionar la espalda. Mírame y hazlo así —el tío dobló las rodillas, levantó su extremo de la cómoda y después volvió a ponerla en el piso—. Levanta tu carga con las rodillas, no con la espalda.
Su madre suspiró profundamente.
—¿Sabes? Eso es exactamente lo que he estado haciendo, Benito.
—Muy bien —respondió el tío—. No necesitas un dolor de espalda; ya tienes suficiente con el dolor en tu corazón.
Mamá sonrió al tío Benito.
—No estoy hablando de cargar los muebles, sino de mi corazón que se siente tan pesado. He estado levantándolo delante de Jesús de rodillas, en oración. Es la única forma en que puedo seguir adelante.
—¡Así se hace, hermanita! —le animó el tío Benito.
—He descubierto que no es lo pesado de la carga lo que puede dañarnos, sino cómo llevamos esa carga —explicó la madre—. No quiero volverme amargada. Sé que Jesús estará conmigo en medio de todo esto y quisiera seguir confiando en Él.
El tío Benito se volvió a Luciano:
—¿Qué te parece, sobrino? ¿De qué modo estás cargando con el dolor de tu corazón? También debes levantar esa carga con tus rodillas. Deja que Jesús te ayude a cargarlo. Él sabe cómo se siente el dolor de un corazón roto y te ayudará a salir adelante —el tío Benito despeinó cariñosamente el cabello de Luciano—. Y tu mamá y yo también estamos aquí para ayudarte. Puedes platicar con nosotros en cualquier momento.
Las lágrimas nublaban la vista de Luciano, pero logró dibujar una sonrisa en su rostro.
—Gracias, tío Benito.
Entonces el niño dobló sus rodillas y levantó su esquina del mueble.
BARBARA J. WESTBERG
ENTRÉGALE A JESÚS EL DOLOR DE TU CORAZÓN
VERSÍCULO CLAVE: 1 PEDRO 5:7 (NTV)
PONGAN TODAS SUS PREOCUPACIONES Y ANSIEDADES EN LAS MANOS DE DIOS, PORQUE ÉL CUIDA DE USTEDES.
¿Estás llevando una carga pesada? ¿Alguien que amas te abandonó? ¿Uno de tus amigos o parientes está gravemente enfermo? ¿Tienes problemas en la escuela? Sea lo que sea, no trates de llevar solo esa carga. Ponte de rodillas y levanta tu carga delante de Jesús en oración. Él entiende lo que estás viviendo. Confía en el Señor. A Él le importas y te ayudará, pero no solo eso, sino que Dios pondrá a personas en ti vida que también estarán dispuestas a ayudarte.
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