Desenterrando la verdad

Cristian y Estefanía se sonrieron mutuamente mientras mamá estacionaba el automóvil en la arenosa orilla del lago.  Los niños agarraron sus palas y salieron corriendo hasta donde estaba el agua destellante, para comenzar a crear castillos con fosos enormes en la arena.

De repente, Cristian lloró del dolor y se tapó los ojos.  “¿Qué pasó, cariño?”, preguntó su madre con ansiedad.

Cristian señaló a su hermana con un dedo acusador: “Estefanía me lanzó arena en los ojos… ¡a propósito!”  Mamá enjuagó cuidadosamente los ojos de Cristian con agua limpia.

“Gracias, mamá”.  Cristian se apresuró a saltar al agua, que se veía tentadora.

“Estefanía, ¿puedes venir acá, por favor?”

Estefanía dejó a un lado su pala color rosa y caminó hacia allá, dejándose caer junto a su madre.

“¿Qué es lo que acaba de pasar con tu hermano?”, preguntó mamá.

“Bueno, creo que se enojó porque accidentalmente le lancé arena”.

“¿Accidentalmente?  ¿Es eso lo que le dirías a Jesús?”, preguntó su madre en voz baja.

Estefanía bajó la mirada.  “No.  Le arrojé la arena a propósito.  Estaba enojada porque él comenzó a cavar junto al foso de mi castillo y se desbarató.  ¡Lo siento, mamá!  No quería decir la verdad para no meterme en problemas”.

“Estefanía, tú le perteneces a Jesús, ¿verdad?”

La niña sonrió, mostrando todos los dientes.  “Sí, ¡claro que sí!”

“¿Recuerdas esos versículos que memorizaste hace algunas semanas acerca de la verdad?”

“¿Ese versículo en Colosenses que dice que no tenemos que mentirnos unos a otros porque fuimos hechos nuevos en Jesús?”

Mamá asintió.  “Puesto que le pertenecemos a Jesús, nos hemos despojado de la persona que éramos antes, del mismo modo que más tarde te quitarás tu ropa llena de arena.  No te vas a volver a poner mañana la ropa sucia otra vez, ¿o sí?”

Estefanía arrugó la nariz.  “¡No!  ¡Me pondré ropa limpia!”  La niña suspiró.  “Ya veo a qué te refieres, mamá.  Ya no soy la misma persona que era antes.  Ahora le pertenezco a Jesús, así que tengo que ponerme mis ropas nuevas para ser como Él”.

La madre sonrió.  “¡Exactamente!  Ahora, ¿no crees que deberías ir a pedirle perdón a tu hermano?”

Estefanía se levantó de un brinco.  “¡Sí!  Y la próxima vez que quiera decir una mentira, recordaré que debo vestirme con la verdad de Dios.  ¡No me gusta la ropa sucia!”SAVANNAH COLEMAN

VÍSTETE CON TU NUEVA VIDA

VERSÍCULO CLAVE: COLOSENSES 3:9-10

DEJEN DE MENTIRSE LOS UNOS A LOS OTROS, PUESTO QUE HAN DESECHADO AL VIEJO HOMBRE CON SUS MALOS HÁBITOS, Y SE HAN VESTIDO DEL NUEVO HOMBRE.

¿Le perteneces a Jesús?  Si es así, Él ha perdonado tus pecados y te ha convertido en una nueva persona.  Eso significa que es hora de que te quites tus viejos hábitos pecaminosos y te vistas con la nueva vida que Él te ha dado.  Todavía sentirás a veces el deseo de mentir o de hacer otras cosas que son malas, pero ya no tienes que seguir haciéndolas.  En lugar de ello, abraza la nueva persona que eres en Jesús al decir la verdad y hacer lo que es correcto.

Clave de Hoy
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