Desayuna tu Biblia
Mientras Simón hojeaba la Biblia de su madre en la mesa, durante el desayuno, vio algo que lo hizo reír:
—A veces la Biblia usa palabras chistosas —opinó.
—¿Palabras chistosas? —preguntó mama—. ¿En qué sentido?
—Bueno, aquí hay un versículo en Jeremías que habla sobre comerse la Palabra de Dios —Simón sonrió—. Pero ¿cómo podría comerla? ¡Nunca nos das Biblia para cenar!
La madre rio. —Cuando eras un bebé, literalmente trataste de comerte la Biblia una vez. No te estaba poniendo atención cuando te tenía sentado en mi regazo mientras estábamos en la iglesia. Cuando bajé la vista, ahí estabas… ¡masticando mi Biblia! —. Madre e hijo rieron juntos.
—Bueno, yo sé que no debo comer de verdad mi Biblia —aseguró Simón—. Entonces, ¿qué significa eso?
—¿Recuerdas cuando eras más chico y te emocionaba tanto el béisbol? —le preguntó mamá mientras se servía café en una taza—. Veías los partidos por televisión, coleccionabas tarjetas de béisbol y siempre me pedías que te comprara los cereales que tenían fotografías de jugadores de béisbol en las cajas. Tu abuela solía decir: «Este niño vive, come y duerme béisbol, ¡veinticuatro horas al día!».
—Entonces, ¿comer la Biblia significa leerla y pensar en ella todo el tiempo? —preguntó Simón.
—Bueno… —la madre hizo una pausa y tomó un sorbo de café—. No creo que signifique que debemos estar pensando activamente en la Biblia todo el tiempo, pero sí que la leemos diariamente para que nuestros pensamientos estén influidos por lo que dice. Al igual que con la comida, oír sobre el amor y las promesas de Jesús en Su Palabra nos da la fuerza que necesitamos para salir adelante cada día. Cuando recordamos lo que Él hizo para salvarnos, eso nos ayuda a sentirnos energizados para demostrar Su amor a los demás, por medio de nuestras palabras y nuestras acciones.
Simón asintió en el momento que su hermana mayor, Juanita, entraba en la cocina. Ella tenía su nariz metida en un libro y no levantó la mirada.
—Hola, hijita —saludó mamá—. Quedan unos pastelillos de ayer. ¿Quieres uno?
Pero Juanita estaba tan absorta en su libro que ni siquiera escuchó.
—Yo me como el de ella —bromeó Simón—. No la molestemos. Ahora está devorando su libro. — RAELENE E. PHILLIPS
ALIMÉNTATE DE LA PALABRA DE DIOS
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 119:97
¡CUÁNTO AMO TU LEY! TODO EL DÍA ES ELLA MI MEDITACIÓN.
¿Comes regularmente? ¡Lo más probable es que sí! Necesitas comer todos los días para darle a tu cuerpo la fuerza y la energía que necesita. Dios dice que Su Palabra, la Biblia, es comida para tu alma. La Escritura nos dice lo que Jesús hizo para salvarnos y cómo deberíamos vivir como Sus hijos. La Palabra nos recuerda las promesas de Dios y nos ofrece consuelo en los tiempos difíciles. Mientras lees y estudias la Biblia, permite que sus palabras llenen tu mente y corazón con el amor y las promesas de Jesús.
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