Demasiada sal
Saúl se estiró para tomar el salero mientras cenaba con su familia. “¿Saben una cosa?”, comentó. “Hoy recordé que el pastor Hernández dijo que los cristianos son la sal de la tierra y decidí compartir el evangelio con Germán. Él siempre hace cosas muy malas. Es cruel con los niños más pequeños y hoy vi cómo hacía trampa en un examen. Por eso le dije que es un pecador que se irá directo al infierno, que tiene que arrepentirse y poner su confianza en Jesús”.
“¡A ver, espera! Me parece que fuiste un poco duro”, opinó su padre.
“También lo invité a venir a la iglesia”, contó Saúl, “pero dijo que sí asiste. Debe ser una iglesia muy mala, si todavía no es cristiano”.
“Espero que no le hayas dicho eso a Germán”, aseguró su madre. “¿O sí le dijiste?”
“Eh… bueno… tal vez”, respondió Saúl.
Mamá y papá se miraron el uno al otro y suspiraron. “Hijo, si insultas a Germán cuando hablas con él, puede que se enoje y no escuche nada de lo que digas”, explicó su padre.
“Solo estaba tratando de evangelizarlo”, declaró Saúl. “¿Qué puede haber de malo en eso?” El niño empezó a rociar la sal sobre sus papas. Después de sacudir el salero algunas veces, la tapa se salió y toda la sal cayó sobre su comida. Saúl miró su plato, angustiado.
Su madre se levantó enseguida para ayudarlo. “Creo que no ajusté bien la tapa cuando llené el salero”, confesó.
Papá sonrió. “¿Demasiada sal, hijo? Creo que también le diste a Germán demasiada sal hoy. Es muy bueno que hayas tratado de compartirle el evangelio, pero me parece que fue mucho y demasiado rápido”.
Saúl se levantó para tomar otro plato. “¿Me equivoqué?”
“Temo que sí”, contestó su padre. “Como dice la Biblia, los cristianos somos como la sal, que es necesaria para mejorar el sabor. El mundo necesita que compartamos las Buenas Nuevas de Jesús. Por eso, no dejes de evangelizar, pero la próxima vez trata de ser sensible a los sentimientos de la otra persona, y recuerda que todos somos pecadores que necesitamos de Jesús. A lo mejor puedas empezar contando sobre cómo Jesús ha hecho la diferencia en tu vida”.
Saúl asintió. “Mañana le pediré perdón a Germán”, expresó. “Y le pediré a Jesús que me ayude a compartir de Él de una mejor manera”. — DEBORAH S. MARETT
COMPARTE EL EVANGELIO CON AMOR
VERSÍCULO CLAVE: COLOSENSES 4:6
QUE SU CONVERSACIÓN SEA SIEMPRE CON GRACIA, SAZONADA COMO CON SAL, PARA QUE SEPAN CÓMO DEBEN RESPONDER A CADA PERSONA.
¿Tienes la costumbre de compartir el evangelio con tus amigos? Es importante que hables a los demás sobre Jesús, pero también es importante que lo hagas con amor. Un buen lugar para empezar es contar sobre el gran amor que Dios tiene para nosotros y cómo Jesús murió y resucitó para salvarnos de nuestro pecado. Comparte cómo Dios ha cambiado tu vida y demuéstralo en la forma en que tratas a los demás. Confía en que el Señor te dará las palabras precisas para hablar a otros de las Buenas Nuevas de lo que Él hizo por nosotros.
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