Deja que sane

“Mami, ¡mi dedito está sangrando otra vez!”, lloró Benito mientras corría a la cocina. 

Su madre suspiró y le entregó un pañuelo.  El niño envolvió en él su dedo y observó, fascinado, cómo crecía la mancha roja.  “Benito, tienes que dejar de molestarte ese lastimado”, le advirtió su madre.

En ese momento se abrió de golpe la puerta de la cocina y Camila entró bruscamente a la habitación.

“¡Mira, Camila!”  Benito sostuvo su dedo frente al rostro de su hermana.  “Mi dedo está sangrando otra vez”.

“Deja de rascártelo, Benito, o se tardará años en sanar y te quedará una cicatriz”.  Camila se dirigió a su madre.  “¡Ya me harté de Josefina, mamá!  La semana pasada me ignoró y esta semana quiere que yo sea su amiga.  ¡Cree que puede hacer lo que quiera y estoy harta!”

“¿No te pidió perdón por no haberte invitado a su fiesta de cumpleaños?”, preguntó mamá.  “Si mal no recuerdo, Josefina quería que fueras, pero creyó que te ibas donde tu abuela.  Eso le habías dicho”.

Camila levantó los brazos.  “¡Me refería al fin de semana siguiente!  Si realmente hubiese querido que fuera, me habría preguntado.  ¿Me preguntó?  ¡No!  Creo que ella ni quería que yo fuera”.

Su madre la miró directamente a los ojos.  “Hija, debes dejar de rascarte esa herida o te quedará una cicatriz que podría dañar tu amistad para siempre”.

“Pero… no sé qué quieres…”  Camila hizo una pausa y se miró los dedos de los pies.  Luego suspiró.  “Ya sé qué quieres decir, mamá”, finalmente admitió.  “He estado actuando igual que Benito”.

“¿También te lastimaste el dedo, Camila?”, preguntó el niño.  “¿Te duele?”

Su hermana sonrió.  “No, no fue mi dedo, sino que me lastimaron el corazón”.

Mamá puso su mano en el hombro de Camila.  “No creo que Josefina quisiera hacerte daño a propósito, pero la gente sí nos lastima a veces, aunque no sea su intención.  En lugar de seguir hurgando en la herida, la Biblia dice que debemos perdonar.  Jesús nos ha perdonado por todas las cosas hirientes que hemos hecho, y Él nos ayudará a perdonar a otros, ara que podamos sanar”.

Benito se quitó el pañuelo de su dedo.  “Mira, mami, ya dejó de sangrar.  ¿También dejó de salir sangre en tu corazón, Camila?”

Sonriendo a su hermanito, la niña respondió que sí con la cabeza.  —  BARBARA J. WESTBERG

PERMITE QUE TU CORAZÓN HERIDO SANE

VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 4:32

SEAN MÁS BIEN AMABLES UNOS CON OTROS, MISERICORDIOSOS, PERDONÁNDOSE UNOS A OTROS, ASÍ COMO TAMBIÉN DIOS LOS PERDONÓ EN CRISTO.

¿Alguien ha lastimado tu corazón?  ¿Ta pasas hurgando la herida, recordándote a ti mismo y a los demás de lo que pasó y cómo te trataron?  Eso solo empeora las cosas.  En vez de ello, confía en que Jesús te ayudará a perdonar a esa persona cuando recuerdes cuánto Él te ha perdonado a ti y suelta las ofensas de otros.  Dios te ayudará a perdonar para que tus heridas puedan sanar.

Clave de Hoy
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