Defectos escondidos

Mientras Eva y su amiga, Adriana, caminaban por el comedor, Eva apuntó las repisas que sostenían la preciada colección de tazas de su madre.  “Mamá solo las usa cuando tiene invitados”, comentó la niña.  “Solo ahí nos deja tocarlas.  Te mostraré cuál es mi favorita”.  Ella tomó una taza y se la pasó a Adriana, pero esta retrocedió y, cuando Eva la soltó, la delicada taza cayó a la mesa y se rompió el asa.  Ambas niñas ahogaron un grito, horrorizadas.

“Yo… yo no fui”, dijo rápidamente Adriana.  “Tú la tomaste de la repisa”.

Eva miró el asa rota.  “Puedo arreglarla.  Mi papá tiene una pega que él dice que funciona como magia.  La arreglaré ahora mismo, antes que mi mamá llegue a la casa.  Nunca lo sabrá”.

Varios días después, la mamá de Eva recibió a las damas del club de lectura en su casa.  La niña reconoció a la señora Cevallos, quien era administradora en una tienda de antigüedades.  “Tiene una hermosa colección de tazas”, comentó la señora Cevallos.  “Soy una experta en este tipo de porcelana”.  Ella examinó la taza favorita de Eva, la misma que había reparado.  “Esta es preciosa”, declaró la señora Cevallos, “a pesar de que el asa está unida con pega”.

“¿Cómo dijo?”, preguntó la madre de Eva.

“¿No se había dado cuenta?”  La señora Cevallos mostró a la madre una pequeña grieta bajo el asa. 

Eva se ruborizó y salió rápidamente de la sala cuando su madre la miró.  “Ella sabe que fui yo”, pensó la niña.

Después que se fueran las invitadas, mamá preguntó a Eva qué había sucedido y esta admitió que había dejado caer la taza.  “Tanto desobedecer como tratar de esconder lo que hiciste estuvo mal”, indicó la madre.

“Lo sé”, expresó Eva.  “Lo siento”.

“Te perdono”, contestó mamá, abrazando a su hija.  “Pero aquí hay otra lección que quiero que aprendas”.  La madre observó la taza.  “El defecto en esta taza estaba escondido para mí, pero no para alguien que sabía más sobre antigüedades.  Y lo mismo pasa con nuestro pecado: no podemos esconder nuestras ofensas de Dios.  Aun si nunca me hubiera enterado de la taza, Dios sabía lo que hiciste.  En vez de tratar de ocultar nuestros pecados de Él, tenemos que confesarlos a Jesús.  Él nos perdonará y después nos ayudará a admitir nuestros pecados a quienes hayamos ofendido, para que podamos pedirles perdón también”.  —  RUTH I. JAY

NO PODEMOS ESCONDER EL PECADO

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 69:5 (NTV)

OH, DIOS, TÚ SABES LO NECIO QUE SOY; DE TI NO PUEDO OCULTAR MIS PECADOS.

¿Has tratado de esconder o cubrir un pecado?  Tal vez tus padres o maestros no se hayan enterado de algo malo que hiciste, pero de ninguna manera podrás esconderlo de Dios.  Él ve todo.  Confiesa tu pecado a Jesús y pídele que te perdone.  Luego confía en que Él te ayudará a actuar honestamente con Dios y con las personas.

Clave de Hoy
0 replies

Leave a Reply

Want to join the discussion?
Feel free to contribute!

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *