¿Con hambre otra vez?

“¿A qué hora vamos a comer?”, preguntó Enrique mientras caminaba junto con otros niños de su clase de escuela dominical por un sendero en una reserva natural.  La clase de niños de sexto grado había preparado este viaje por semanas: un par de días de acampar, de cocinar en la fogata y de dormir bajo las estrellas.  “Me están sonando las tripas desde hace una hora”, agregó el niño.

“A mí también”, afirmó Conrado.  “Espero que nos detengamos pronto”.

“Ya no falta mucho”, les aseguró el señor López, y en poco tiempo llegaron al lugar donde iban a hacer su campamento.  “Aquí es, niños”, les dijo el maestro.

“¡Qué bien!  ¿A qué hora vamos a comer?”, preguntó Enrique otra vez.

El señor López sonrió.  “Empezaremos de inmediato a encender la fogata y después prepararemos la cena.  Todos pueden ayudar a recoger leña para el fuego”.

Los niños se pusieron a trabajar y en poco tiempo comieron un guisado de carne en tazas de lata.  “¡Qué delicia!  ¡Sabe mejor aquí que en mi casa!”, declaró Conrado, y todos estuvieron de acuerdo.  Después de la cena, jugaron y contaron historias alrededor de la fogata.

“¿Tenemos más comida?”, preguntó Enrique después de un rato.  “¡Tengo hambre otra vez!”

“Yo también”, dijeron en eco algunos niños más.

El señor López asintió.  “Muy bien.  Comeremos un bocadillo en unos minutos, pero antes comamos nuestro alimento espiritual”, indicó mientras sacaba su Biblia.  “¿Quién recuerda los versículos bíblicos que hemos estudiado en clase en lo que va del año?”

Los niños empezaron a recitar los versículos y les estaba yendo bien hasta que alguien dijo: “Yo soy el Pan de Vida”.  Todos se quejaron por el hambre.

“¡Está bien, está bien!”  El señor López rio.  “Vamos a comer.  Pero mientras se sirven sus bocadillos, quiero que piensen en algo.  ¿Cómo creen que se sentirán cuando se despierten por la mañana?”

Varias voces dieron la misma respuesta: “¡Con hambre!”

El señor Larson asintió.  “Es porque los alimentos que comemos nos satisfacen por poco tiempo.  Pero cuando Jesús se llama a Sí mismo Pan de Vida, se refiere a que Él puede satisfacer nuestra hambre espiritual para siempre.  La gracia, paz y vida que tenemos en Él nunca se acaban”.

El maestro sacó fruta, galletas de sal y galletas de dulce de su mochila.  “A ver, niños”, exclamó.  “¡Comamos!”  —  RAELENE E. PHILLIPS

JESÚS SATISFACE EL CORAZÓN HAMBRIENTO

VERSÍCULO CLAVE: JUAN 6:35 (NTV)

JESÚS LES RESPONDIÓ: “YO SOY EL PAN DE VIDA. EL QUE VIENE A MÍ NUNCA VOLVERÁ A TENER HAMBRE”.

¿Comes cuando tienes hambre?  Aunque dijeras que sí, es probable que no pase mucho tiempo antes que vuelvas a tener hambre, ¿verdad?  ¿Alguna vez has sentido hambre o un vacío en lo más profundo de tu ser?  ¿Tratas de llenar los sentimientos de soledad o intranquilidad con la televisión, amigos o muchas actividades, pero sigues sintiendo ese vacío?  Jesús es el Pan de Vida.  Es el único que puede satisfacer tu hambre espiritual.  Confía en Él hoy mismo.  (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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