Charla incesante

Benjamín sonreía mientras se sentaba con su madre en la sala de espera del dentista.  Observaron cómo un niño pequeño armaba un rompecabezas.  “¡Mida!  Admé un dompecabetas, papi”, le dijo el pequeñín a su padre.  “Mida… la tanahodia.  La tanahodia va… ¡aquí!  ¿Qué ed eto, papi?  ¿Qué ed eto?”

El niñito saltó de su silla para levantar una pieza que se cayó al piso, luego empujó su silla cerca de la mesa y trató de subirse en ella.  Después de varios intentos, su padre le ayudó.  “¡Gatiad, papi!  ¡Oh, mida!  ¡Maíd!  Me guta maíd.  ¡Yico!  ¡Ed aquí!”  El pequeño comenzó a dar de golpes a la pieza del rompecabezas.  “¡No entda!”

“Gírala”, indicó su padre, y el niño puso la pieza al revés.  “No, hazlo así”.  El papá le mostró al pequeño cómo girarla.

“¡Atí!”, exclamó el niñito, tomando otra pieza.  “¿Qué ed eto, papi?”

“¡Hijo, charlas incesantemente!”, dijo el padre con una sonrisa.  El pequeñín lo miró desconcertado, sin entender.  “Hablas todo el tiempo”, explicó su papá, y lo cargó en brazos.  El niño se apresuró a ser levantado y envolvió el cuello de su padre con sus bracitos.

“Te quiedo, papi”, expresó el pequeño.

“¡Y yo te quiero a ti!”, le contestó su padre con un susurro.

Mientras Benjamín y su madre regresaban a casa, el niño recordó la conversación entre el pequeño y su padre.  “¡Ese chiquitín sí que era muy parlanchín!”, aseguró.  “¿Qué fue lo que le dijo su padre?  In… Inces…”

“Incesantemente”, respondió mamá.  “Eso significa sin parar”.  Ella sonrió.  “Así es como Dios quiere que hablemos con Él.  La Biblia dice que oremos sin cesar.  Podemos hablar con Dios de cualquier cosa, en cualquier momento.  Podemos contarle exactamente cómo nos sentimos.  Después de todo, Él también es nuestro Padre.  Es nuestro Padre celestial”.

Benjamín asintió.  “Mi maestro en la iglesia dice que podemos orar tal como platicamos en la vida cotidiana”.

“Es verdad”, afirmó mamá.  “No tenemos que usar palabras rebuscadas ni un lenguaje formal.  Debido a que confiamos en Jesús, somos hijos de Dios y podemos acudir a Él para cualquier cosa.  Podemos compartir nuestros sentimientos y problemas con Él o simplemente darle gracias por lo que ha hecho por nosotros”.

Benjamín sonrió.  “Así como lo hizo el pequeñito con su papá”. — AGNES MADDY

CONVERSA FRECUENTEMENTE CON TU PADRE CELESTIAL

VERSÍCULO CLAVE: 1 TESALONICENSES 5:17–18

OREN SIN CESAR. DEN GRACIAS EN TODO, PORQUE ÉSTA ES LA VOLUNTAD DE DIOS PARA USTEDES EN CRISTO JESÚS.

¿Qué tan a menudo platicas con tu Padre celestial?  Él te ama y siempre te escuchará cuando converses con Él.  Dios quiere que compartas lo que sucede en tu vida, que le pidas dirección y que le agradezcas por todo lo que ha hecho por ti.  Dile que lo amas, habla con Él de todo lo que te preocupa y dale gracias por Su cuidado y bendiciones.

Clave de Hoy
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