Carnada para tiburón
Carlos dejó caer su mochila sobre la mesa. “¡Papá, escucha esto! ¿Sabías que los tiburones pueden oír a un pez aleteando en el agua hasta a 500 metros de distancia?”
El padre levantó la vista de su computadora. “¡No puede ser! Esas son cinco canchas de fútbol. Yo no podría escucharte a esa distancia”.
“Sí. Si fueras un pez cerca de ese tiburón, ¡no vivirías para contarlo!” Con esa idea en la mente, Carlos abrió la alacena para comer galletas en forma de pececitos e hizo una pausa. “Papi, ¿puedo preguntarte algo?”
“Claro, hijo. Lo que sea”. El padre cerró su computadora portátil. “¿Qué pasa?”
“Hoy uno de los niños en el autobús nos estaba mostrando unas fotografías que encontró en Internet. Eran… bueno, tenían cosas que sabía que no debía mirar”.
“Parecería que fue una situación incómoda”, comentó papá. “¿Qué hiciste?”
“Hice lo que me dijiste. Aparté mis ojos de las fotografías y traté de no pensar en ellas. Pero es difícil. Y ni siquiera quería verlas, papá. Bueno…” El niño bajó el tono de su voz. “Supongo que en parte sí quería”.
Su padre tomó una de las galletas en forma de pececito. “¡Oye!”, Carlos rio. “¡Las galletas son mías!”
Papá sonrió. “Disculpa. Supongo que esta conversación me recuerda un poquito lo que me contaste sobre los tiburones”.
“¿A qué te refieres?”
“¿Recuerdas ese versículo en la Biblia? ‘Estén alerta. Su adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar’. Satanás es un depredador, como el tiburón. Y a veces usa carnadas, como esas fotos, para tratar de atraernos, de modo que caigamos en nuestros deseos pecaminosos y hagamos algo malo y dañino”.
“Entonces, ¿qué podemos hacer?”, preguntó Carlos. “O sea, un pez ni siquiera ve venir al tiburón”.
“La buena noticia es que Satanás no tiene poder sobre nosotros porque le pertenecemos a Jesús”, aseguró su padre. “No tenemos que ceder a las cosas que nos tientan porque Jesús es más fuerte que el pecado y que el diablo. La Biblia también dice: ‘Resistan, pues, al diablo y huirá de ustedes’. Esa es la diferencia entre un pez y tú. Puede que el pez no viva para contarlo, pero si tú te alejas, Satanás se alejará también”.– JANEL BREITENSTEIN
HUYE DEL DIABLO
VERSÍCULO CLAVE: SANTIAGO 4:7
POR TANTO, SOMÉTANSE A DIOS. RESISTAN, PUES, AL DIABLO Y HUIRÁ DE USTEDES.
¿Qué tentación te cuesta mucho resistir? ¿Qué hace que el pecado sea tan atractivo para ti? Como un tiburón que caza a un pez herido, Satanás con frecuencia nos tienta en las áreas en que somos más débiles. ¡Pero tú no tienes que caer si le perteneces a Jesús, porque Él te ha hecho libre del pecado! Confía en que Él te dará fuerzas para huir de la carnada de Satanás.
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