Buenas referencias

—¡Mamá, mira! —el hermano mayor de Maximiliano, Braulio, sostenía una hoja de papel—. Tengo una solicitud para ayudarle al señor Bonilla en su tienda. Como es nuevo en la ciudad y no nos conoce bien, está pidiendo referencias.

—¿Referencias? —repitió Maximiliano—. ¿Qué es eso?

—El señor Bonilla dijo que debo hacer una lista de los nombres de algunas personas que me conocen bien —explicó Braulio—. Me preguntó a quién podría poner en mi lista de referencias.

—¿Y si les pones a los Chávez? —sugirió su madre—. Y quizá a los Portilla.

Braulio se veía un poco inseguro.

—No lo sé —dijo indeciso—. El otro día vi a la señora Chávez que trataba de llevar una caja muy pesada a su automóvil en el estacionamiento del centro comercial, pero no me detuve para ayudarla. Estaba de apuro, así que fingí que no la vi, pero creo que ella sabía que sí la vi. Así que no estoy seguro de pedirle a ella la referencia.

—Será mejor que tampoco se la pidas al señor Portilla —opinó Maximiliano—. Él vio cómo me empujaste cuando estábamos limpiando la vereda el otro día.

Braulio notó el ceño fruncido de su madre.

—Siento mucho haberte empujado, Max —expresó—. Hice algo malo y ahora no estoy seguro de que pueda pedir referencias a nadie.

—Bueno, te ayudaré a buscar ideas después de la cena —indicó mamá—. Dejemos a un lado esa solicitud por ahora. Ya es hora de comer.

Después de la cena, la madre sacó su Biblia y leyó un pasaje del libro de Hechos.

—Este texto estuvo muy interesante —comentó al terminar de leer—. Parece que Pablo quería llevar a Timoteo en un viaje misionero por las cosas buenas que los cristianos decían sobre él en la ciudad donde vivía.

—¡Las buenas referencias son muy importantes para un viaje de esos! —declaró Maximiliano—. Pablo sabía que Timoteo sería un excelente misionero porque amaba a las personas en su ciudad y quería que conocieran a Jesús.

Mamá asintió.

—Timoteo pudo mostrar a otros el amor de Dios porque el Espíritu Santo vivía en él y, ya que nosotros también hemos confiado en Jesús, ¡también tenemos al Espíritu Santo! El Espíritu trabaja en nuestros corazones para que podamos amar a otros como Jesús y hablar a los demás sobre Él. No hace falta que vayamos a un viaje misionero para compartir el amor de Jesús. Podemos hacerlo a través de nuestras palabras y acciones todos los días.

PHYLLIS M. ROBINSON

DEMUESTRA A OTROS EL AMOR DE DIOS

VERSÍCULO CLAVE: HECHOS 1:8 (NTV)

PERO RECIBIRÁN PODER CUANDO EL ESPÍRITU SANTO DESCIENDA SOBRE USTEDES; Y SERÁN MIS TESTIGOS, Y LE HABLARÁN A LA GENTE ACERCA DE MÍ EN TODAS PARTES.

¿Sabías que la razón por la que podemos amar a otros es porque Dios nos amó primero? ¿Tus palabras y acciones reflejan el amor de Jesús? No olvides que tienes el Espíritu Santo, que te llena con el amor de Dios y te está formando para que seas más como Jesús, de modo que los demás puedan ver Su amor en tu vida. ¿Cómo puedes demostrar el amor de Dios a otras personas en este día?

Clave de Hoy
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