Bajo Sus alas

Marta saltó del autobús de la escuela y salió corriendo bajo la lluvia hasta llegar a la puerta de su casa.  Pero apenas abrió la puerta, deseó poder volver al autobús.  El aire se llenó de voces enojadas.  La niña apretó los dientes al oír que sus padres estaban peleando otra vez. 

Después de dejar su mochila en el pasillo, Marta corrió de regreso a la puerta.  “Están gritando más fuerte de lo normal”, pensó.  “¿Por qué siempre están peleando?

Marta corrió por el jardín hasta llegar al gallinero y se deslizó hacia adentro, para resguardarse de la lluvia.  Las lágrimas bajaban por sus mejillas mientras se acurrucaba sobre un montón de heno. 

A pesar de que Marta ya no podía oír las enfadadas palabras de sus padres, sus gritos hacían eco cada vez más fuerte en su corazón, hasta que el llanto la sacudió.  “Quisiera que no se peleen”, pensó la niña mientras respiraba profundamente.  Se sentía tan sola.  Solo quería que su familia fuera feliz.  El hogar no se sentía en paz cuando sus padres no se llevaban bien.

Marta observó a las gallinas que estaban sentadas en sus nidos.  Entonces oyó el sonido de píos que salían del heno al otro lado del gallinero.  Una gallina acababa de tener varios pollitos, y Marta vio unas bolitas amarillas que se asomaban por debajo de las alas de su madre.  Sabía que las alas de la gallina mantenían abrigados a los pollitos en ese clima frío.

Mientras miraba a los pollitos, Marta recordó un versículo de la Biblia que había memorizado en su clase de la iglesia: “Con Sus plumas te cubre, y bajo Sus alas hallas refugio”.  Su maestra les explicó que ahí se comparaba a Dios con una mamá ave, pero el cuidado de Dios era mucho mejor.

“Amado Jesús, me siento sola”, oró Marta.  “Cuando mamá y papá pelean, me duele por dentro.  Me alegra que puedo acudir a Ti cuando estoy triste.  Sé que Tú has prometido que nunca dejarás a Tus hijos.  Gracias por estar conmigo todo el tiempo, sin importar lo que pase.  Ayúdame a sentirme a salvo bajo Tus alas, aun cuando no haya felicidad en mi hogar”.  Marta comenzó a sentir paz al recordar las promesas de la fidelidad y el amor de Dios.  Sabía que nunca estaría sola.  — SUSAN SAUERS

REFÚGIATE EN JESÚS

VERSÍCULO CLAVE: HEBREOS  13:5

NUNCA TE DEJARÉ NI TE DESAMPARARÉ.

¿Estás en una situación en que tus padres u otros miembros de tu familia discuten y pelean?  ¿Sientes que nadie sabe lo que estás viviendo?  Jesús sí lo sabe y se preocupa por ti.  Él quiere que Lo busques cuando necesites ayuda, como los pollitos se esconden bajo las alas de su madre.  Cuéntale cómo te sientes.  Memoriza versículos de la Biblia que te hagan acuerdo de Su amor y fidelidad.  Busca a un adulto con quien puedas compartir lo que te preocupa.  Recuerda siempre que Jesús jamás te dejará solo.

Clave de Hoy
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