Aventuras y palabras enojadas

Cesia y Joaquín eran mejores amigos. Todos los días de las vacaciones de verano se pasaban en el patio de la casa de Cesia, donde había mucho espacio para jugar. Les gustaba fingir que eran aventureros que buscaban tesoros escondidos en el bosque y que guardaban un registro de sus viajes.

Una tarde, estaban en el patio, como de costumbre, calcando hojas en los cuadernos que llamaban «bitácoras». Estaban sentados en el pasto, hablando de sus aventuras. Cesia tomó los binoculares de Joaquín del suelo y miró a través de ellos.

—¡Hay una bandada de pájaros que vuela hacia nosotros! ¿Qué debemos hacer, Joaquín? —exclamó.

—Oye, esos son mis binoculares —reclamó el niño—. ¿Me los puedes devolver, por favor? No me pediste permiso para jugar con ellos.

Cesia frunció el ceño.

—No estabas jugando con ellos. Solo quería probarlos un minuto. No es para tanto.

—Fueron un regalo y no quiero que se dañen.

Cesia dejó caer los binoculares.

—Bueno, ¿me das permiso de verlos ahora?

Joaquín negó con la cabeza.

—¡Acabas de botarlos al piso! Esa es no la manera de tratar las cosas de otros, Cesia.

—¡No los iba a romper! —lloriqueó Cesia. Ella miró a Joaquín—. Tal vez deberíamos dejar de jugar si estás tan preocupado de que rompa tus cosas.

—Sí, deberíamos —Joaquín cruzó los brazos y caminó hacia la casa vecina.

Sola en el pasto, Cesia comenzó a repasar sus palabras en su cabeza. Lo que le había dicho a Joaquín no fue muy amable. No debió haber tomado sus binoculares sin permiso. No le pertenecían y a ella no le hubiera gustado si alguien hiciera lo mismo con sus cosas.

Cesia caminó hacia el patio de Joaquín. Él estaba sentado en el columpio y se veía triste. La niña se sentó a su lado.

—Joaquín, perdóname por tomar tus binoculares. Debí haberte pedido permiso para usarlos y no discutir cuando me dijiste que no. No te hablé con palabras de amor, como Jesús, pero quiero portarme mejor.

Joaquín sonrió a su amiga.

—Gracias, acepto tus disculpas.

Cesia le dio un codazo cariñoso a Joaquín.

—¿Quieres venir a mi casa para seguir jugando? Te prometo que esta vez me portaré bien.

Joaquín asintió.

—¡Sí quiero!

REAGAN MOTSINGER

HABLA AMABLEMENTE CON LOS DEMÁS

VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 4:29 (NTV)

QUE TODO LO QUE DIGAN SEA BUENO Y ÚTIL, A FIN DE QUE SUS PALABRAS RESULTEN DE ESTÍMULO PARA QUIENES LAS OIGAN.

¿Cómo respondes cuando alguien dice o hace algo que te molesta? En lugar de decir algo cruel, Dios quiere que tus palabras estén llenas de amor y bondad, para que puedan edificar a otros. Jesús nos ama y se preocupa por nuestros sentimientos, y Él te ayudará a poner atención a lo que digas, para que tus palabras reflejen Su amor, compasión y perdón.

Clave de Hoy
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