Amiga fiel
Mientras Carmen se bajaba del autobús de la escuela, pudo ver con el rabo del ojo a su mejor amiga, al menos a quien fuera su mejor amiga en la primaria, que miraba fríamente por la ventana. Ahora que ya era parte del grupo de chicos populares, Melissa ni siquiera miró a Carmen. Ni siquiera parecía haberla notado durante toda la primera semana de la secundaria.
Ya adentro de la casa, Carmen se quitó la mochila y se dejó caer en el sillón. Se puso a observar las paredes de la casa, luego sus zapatos, todavía rasguñados por su uso desde el año pasado. “Si tan solo tuviera ropa nueva y viviera en una de esas casas grandes, como los otros chicos”, pensó.
Justo en ese momento, el ruido de la gravilla anunció que su mamá había llegado. Carmen salió para ayudar a sacar a su papá de la furgoneta.
Mientras empujaba la silla de ruedas por la rampa, Carmen regresó a ver a su cansada mamá, que tenía los brazos cargados con víveres. La garganta de Carmen se hizo un nudo al darse cuenta de cuán leal era su madre al haber tomado la decisión de cuidar de un esposo que nunca más podría caminar o hablar. “Si tan solo Melissa fuera así de fiel con sus amigas”, pensó.
Mientras secaban los platos, esa noche, Carmen le contó a su mamá acerca de su primera semana en la escuela. “¿Cómo está Melissa?”, preguntó su madre. “Todavía no he oído nada sobre ella”.
El rostro de Carmen se entristeció. “Melissa ya no me habla”.
Su madre la miró. “¿Qué pasó?”
“Nada. No sé. No me ha hablado ni una sola vez desde que empezaron las clases. Me pasa de largo con sus amigas, como si no me conociera”.
La mamá guardó una taza en la repisa. “Lo siento mucho, hijita”.
Carmen bajó su voz para que papá no pudiera oírla. “Todavía deseo que Melissa fuera una buena persona como tú, mamá. Te quedaste con papá después del accidente y no te has quejado ni una sola vez”.
Los ojos de la madre se llenaron de lágrimas. “No siempre he sido tan leal, hija. De hecho, cuando era más joven, traté a una amiga del mismo modo en que Melissa te está tratando ahora”.
Carmen miró fijamente a su mamá. “¿Cómo fue que cambiaste?”
“Cambié cuando me di cuenta de que Jesús jamás dejaría de amarme. Una vez que acepté Su amor, pude amar a los demás como Él, no por lo que me ofrecen, sino por quiénes eran”. La madre abrazó a Carmen. “Oremos para que puedas ayudar a Melissa a conocer el amor de Jesús al mostrarle que siempre serás su amiga fiel”.–REBEKAH LOVE DORRIS
EL AMOR DE JESÚS NUNCA FALLA
VERSÍCULO CLAVE: JUAN 15:12
QUE SE AMEN LOS UNOS A LOS OTROS, ASÍ COMO YO LOS HE AMADO.
¿Alguna vez has sentido el rechazo de algún amigo o amiga? No es tan doloroso como preguntarte por qué alguien que una vez te quiso ya no te quiere. Aunque no puedes forzar a nadie para que te quiera otra vez, sí puedes orar por esas personas y ayudarles a conocer el amor de Jesús, que nunca falla. Él sabe lo que se siente ser rechazado, pero nunca deja de amarnos. Pídele al Señor que te ayude a ser un amigo o amiga fiel, como Él.
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