La caída de Heidi

“¿Alguien ha visto mi libro de matemáticas?”, preguntó Heidi.  “No lo encuentro por ningún lado”.  Pero nadie lo había visto y Heidi finalmente recordó que lo había dejado en la casa de Megan.  “¡Mi récord perfecto de tareas quedará arruinado!”, pensó.  Siempre había entregado su tarea lista al inicio de la clase, cada día.  “Tal vez si mañana me quedo en casa y digo que estoy enferma, pueda igualarme con la lección”.

Por lo tanto, a la mañana siguiente, la niña fingió que tenía dolor de estómago y volvió a la cama mientras su familia se alistaba para la escuela y el trabajo, excepto su mamá, quien insistió en quedarse en la casa con ella.

Esa tarde, la hermana de Heidi trajo el libro de matemáticas de la escuela.  “Megan te envió esto”, le dijo.  “Me preguntó si ibas a tratar de llegar al repaso del coro en la noche.  Si no puedes ir, ella tendrá que cantar el solo y todavía no sabe bien la canción”.

“¡Oh, no!  Me olvidé del coro”, pensó Heidi.  “En verdad quiero ir y estoy cansada de estar acostada en la cama”.  Así que la niña anunció que se sentía mejor.

Su madre no estaba tan convencida.  “Si estabas tan enferma como para faltar a la escuela, lo mejor será que te quedes en la casa el resto del día”.

Esa noche, mamá encontró a Heidi llorando en su almohada.  “¿Qué pasa, hija?  ¿Te sientes peor?”

Heidi negó con la cabeza.  “Quería ir al repaso del coro.  No y estoy enferma, y tampoco estaba enferma en la mañana”, exclamó en medio de sollozos.  “Simplemente no quería arruinar mi récord perfecto de tareas”.

La madre se quedó callada por un momento.  “A lo mejor no estás enferma, pero sin duda has caído.  Querías que tu récord de tareas sea perfecto para que todos piensen muy bien de ti, y eso es orgullo.  Tu orgullo te hizo caer, contar una mentira en vez de dejar que los demás vean que no eres perfecta.  El orgullo es dañino porque nos hace esconder nuestros defectos y nuestra necesidad de Jesús, de nosotros mismos y de los demás”.

Heidi bajó la cabeza.  “Lo siento, mamá”.

La madre abrazó a su hija.  “Te perdono… y Jesús te perdona también.  Confía en que Él te ayudará a soltar tu orgullo, para que puedas ayudar a los demás a que sepan cuánto todos necesitamos a Jesús”. – AGNES LIVEZEY

NO SEAS ORGULLOSO

VERSÍCULO CLAVE: PROVERBIOS 16:18

DELANTE DE LA DESTRUCCIÓN VA EL ORGULLO, Y DELANTE DE LA CAÍDA, LA ARROGANCIA DE ESPÍRITU.

¿Eres orgulloso?  ¿Haces cosas solo para impresionar a otros?  Está bien que quieras tener la mejor apariencia posible o tener buenas calificaciones en la escuela, pero cuando estás dispuesto a hacer cualquier cosa, incluso algo que sabes que está mal, para evitar que los demás vean tus defectos, eso es orgullo.  Pídele a Jesús que te perdone y te ayude a sacar de raíz el orgullo en tu vida.  Luego sé honesto para reconocer tus faltas y tu necesidad de Jesús.

Clave de Hoy
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