Una visita al hospital

“Hola, Jairo”, saludó Ana al entrar en su habitación en el hospital.  El niño se había lesionado y le habían hecho una cirugía en su rodilla el día anterior.  “Te traje esto”.  Ana le entregó a Jairo un ramo de flores.

“¡Achís!  Gracias, Ana.  ¡Achís!”  Jairo alejó las flores de su nariz.  “Son lindas, pero creo que me dan alergia”.

“Bueno, me alegra que solo sean las flores lo que te hace estornudar”, comentó Ana mientras las llevaba al otro lado de la habitación.  “Tenía miedo de que estuvieras resfriado.  Mi mamá conoció a una señora que se contagió de gripe en el hospital y luego murió con neumonía.  Hay todo tipo de gérmenes en un hospital, ¿sabes?  Aquí puedes contagiarte casi de cualquier cosa”.  Ana miró a su amigo.  “No te ves tan bien”.

“Sí estoy bien”, aseguró Jairo.  “No tengo mucho dolor”.

“Eso es porque el médico te da pastillas, no porque estés mejor”, opinó Ana.  “Podrías estar muriendo sin saberlo.  Mi mamá dice que los médicos nunca le dicen a uno nada.  Qué mal que no puedas jugar fútbol este año.  Mi papá dice que es probable que nunca más vuelvas a jugar fútbol”.  La niña sacudió la cabeza con tristeza.

“¡Oh, sí volverá a jugar!”, dijo una voz desde la puerta.  El amigo de Jairo, Amir, entró.  “Hola, Jairo”, exclamó.  “¡Te ves muy bien!”  El niño le dio un regalo a su amigo.  “Es de nuestra clase en la iglesia.  ¡Ábrelo!”

Jairo rompió el papel de regalo.  “¡Un libro de chistes!”  El niño sonrió.  “Diles que gracias”.

Ana miró el reloj.  “Tengo que irme porque mi mamá me está esperando abajo, pero solo quería visitarte y animarte un poquito.  Cuídate.  Ya cierro la puerta cuando salga.  Quizá eso mantendrá afuera a los gérmenes”.

Amir rio mientras Ana se iba.  “No sé qué fue lo que te dijo, pero dudo que te haya animado”.

Jairo se encogió de hombros.  “Sé que tiene buenas intenciones”.

Amir asintió.  “Bueno, espero que te recuperes pronto.  El señor García quería que te dijera que todos en clase oramos por ti.  Incluso puse una notita en el espejo del baño para acordarme de orar por ti cada mañana”.

Jairo sonrió.  “Gracias, Amir.  ¡Eso definitivamente me anima!”.   – HARRY C.  TROVER

ANIMA A LAS PERSONAS ENFERMAS

VERSÍCULO CLAVE: PROVERBIOS 17:22

EL CORAZÓN ALEGRE ES BUENA MEDICINA.

¿Conoces a alguien que esté enfermo?  Estar en el hospital a veces da miedo, pero puedes hacer que las personas se sientan mejor al animarlas y comunicarles que estás orando por ellos.  Escúchalos si quieren hablar de sus problemas o temores, pero también recuérdales que Jesús los ama y está en control de su situación.  Anímalos recordándoles cuán importantes son para Dios y para ti.

Clave de Hoy
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