Enfrentando la tormenta
“Extraño nuestra vieja casa”, dijo Tomás. Suspiró al pensar en la razón por la que se habían mudado a una casa rodante en la granja del abuelo. Primero su hermanito, Félix, quedó gravemente herido en un accidente automovilístico. Luego la compañía en la que trabajaba su padre se declaró en bancarrota y le tomó mucho tiempo a su padre encontrar un nuevo empleo. Tomás sabía que vivir en el remolque de la granja les ahorraba muchísimo dinero. “Pero es genial vivir cerca del abuelo”, confesó.
“A mí también me gusta”, contestó su madre. “Es una de las bendiciones que llegaron junto con los problemas”. Mamá miró afuera de la ventana. “Hoy hace mucho viento. Parece que se avecina una fuerte tormenta. Vamos a la casa del abuelo. Allá estaremos más seguros”.
La madre cargó a Félix y se apresuraron hacia la casa. “Creo que deberíamos bajar al sótano”, advirtió el abuelo pocos minutos después de que llegaran. “No me gusta este viento”. Bajaron al sótano y se sentaron todos juntos. Incluso desde ahí podían oír la furia de la tormenta. “Oremos”, sugirió el abuelo, quien elevó una oración en voz alta, dando gracias a Dios por la lluvia. “¡No puedo creer que el abuelo no le haya pedido a Dios que detenga la tormenta!”, pensó Tomás.
Cuando finalmente se detuvo el temporal, subieron corriendo para cómo estaban las cosas. “Todavía llueve un poquito”, comentó la madre, “pero ¡miren ese bello arcoíris que nos trajo la tormenta!”
“Abueno, cuando oraste, ¿por qué no le pediste a Dios que detuviera la tormenta?”, preguntó Tomás.
“Bueno, la tormenta es una bendición. Trajo la lluvia que necesitábamos de urgencia”, respondió el abuelo, sonriendo a su nieto. “¿Sabes? A veces necesitamos tormentas en nuestras vidas para que nos traigan bendiciones especiales. Cuando todo va como queremos, a menudo nos olvidamos de cuánto necesitamos a Jesús. Pero cuando pasamos por tiempos difíciles, aprendemos más acerca de Él, de cuánto Él nos ama y cuida de nosotros”.
La madre asintió. “Yo aprendí que tengo que dejar de cuestionar a Dios cuando envía tormentas a mi vida”, declaró. “Solo debo confiar en que Él está conmigo y me ayudará a salir de las dificultades”.
El abuelo hizo un gesto afirmativo. “¡Claro que sí! Tener fe en Jesús y confiar en Él nos dará las fuerzas para enfrentar cualquier tormenta que aparezca en nuestro camino”.– BARBARA WESTBERG
CONFÍA EN JESÚS DURANTE LAS TORMENTAS DE LA VIDA
VERSÍCULO CLAVE: SANTIAGO 1:2-3
TENGAN POR SUMO GOZO… CUANDO SE HALLEN EN DIVERSAS PRUEBAS, SABIENDO QUE LA PRUEBA DE SU FE PRODUCE PACIENCIA.
¿Hay tormentas en tu vida ahora mismo? ¿Alguien que amas tiene alguna enfermedad? ¿Tienes problemas con tus amigos o hermanos? ¿Están cortos de dinero en tu casa? Puede que nunca conozcas la razón por la que vienen las tormentas a tu vida, pero puedes confiar en que Jesús estará contigo y te ayudará a salir de las dificultades. Recuerda cuánto te ama y dale gracias por Sus bendiciones. Él estará contigo en medio de las tormentas.
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