El eco en el cañón
—¡Qué delicia! ¡Esas hamburguesas huelen muy bien! —exclamó Isa mientras su madre volteaba la carne en la parrilla—. Llamaré a papá y a Evelyn. Dijeron que se quedarían cerca para oírnos —la familia estaba acampando en un cañón en las montañas, y el padre y la hermana de Isa se habían ido a recoger un poco de leña mientras la niña y su madre preparaban la comida.
Isa se paró frente a los altos barrancos que estaban al otro lado del campamento, respiró profundamente y gritó con fuerza:
—¡Yuju!
«¡Yuju!», el sonido regresó a sus oídos, tan claro como una campana.
—¡Cena! —gritó Isa.
«¡Cena!», fue la respuesta inmediata.
Isa se veía un poco confundida, pero sonrió cuando papá y Evelyn llegaron al campamento.
—Cuando oí el «yuju» que veía del otro lado del cañón, pensé que me estabas respondiendo, hermana —dijo con una risita—. Pero sabía que no me estabas llamando a cenar. Era mi propio eco.
—Así que ya te familiarizaste con el eco amigable que vive en este cañón —comentó su padre con una sonrisa.
—Los ecos no viven en los cañones —explicó Evelyn—. Se forman por ondas de sonido que nos rebotan de regreso; por eso escuchamos el sonido otra vez —ella sonrió—. Ahora, ¿podríamos comer ya las hamburguesas, por favor? Estoy muriendo del hambre.
Después de la cena, Evelyn acompañó a su hermana a hablar con el eco del cañón. Finalmente, Isa gritó:
—Buenas noches —y después escuchó cuando el eco repitió el mensaje—. Los ecos son divertidos —opinó.
—¿Sabían que nosotros también deberíamos ser ecos? —preguntó papá.
—¿A qué te refieres? —inquirió Evelyn—. ¿Cómo podemos ser los ecos?
—Bueno —indicó papá—, cuando Dios habla a las personas hoy en día, ellas no oyen en verdad una voz. Sus palabras se encuentran en la Biblia, que nos dice quién es Él, cuánto nos ama y lo que Jesús hizo para salvarnos. Pero ya que no todos leen la Biblia, los cristianos deben ser ecos del amor y la verdad de Dios. Podemos hacerlo al contar a otros de Jesús y demostrarles el mismo amor que Él nos mostró cuando murió para pagar por nuestros pecados.
—Entonces somos como los ecos de Dios —señaló Isa.
—¡Amén! —exclamó su padre en voz alta, y todos escucharon en silencio la respuesta.
«¡Amén!», se oyó desde el cañón.
TRUDY VANDERVEEN
SÉ UN ECO DEL AMOR DE DIOS
VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 10:14 (TLA)
PERO ¿CÓMO VAN A RECONOCERLO, SI NO CONFÍAN EN ÉL? ¿Y CÓMO VAN A CONFIAR EN ÉL, SI NADA SABEN DE ÉL? ¿Y CÓMO VAN A SABERLO, SI NADIE LES HABLA ACERCA DEL SEÑOR JESUCRISTO?
¿Están oyendo las personas de Jesús porque haces eco del amor y la verdad de las palabras que nos ha dejado Dios en la Biblia? Piensa en tu propia vida: ¿cómo supiste que Jesús te ama y que murió para salvarte? ¿Fue un eco que oíste de tus padres? ¿De un maestro? ¿De un amigo? La mayoría de las personas no conocen de Jesús hasta que alguien les comparta el mensaje de Dios. Si conoces a Jesús, sé un eco para Dios, de modo que otros puedan oír las Buenas Nuevas.
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