Basura o tesoro
“¡Mira lo que encontré!”, gritó Febe mientras corría por las gradas de la casa de su tía. Con el permiso de la tía Clara, había estado hurgando en el viejo montón de desechos, detrás del granero. “¡Mira! ¡Este frasco viejo tiene 1890 estampado en el fondo!”, exclamó Febe, mostrándole su hallazgo a su tía. “Se parece a un frasco que vimos en un programa de antigüedades que mi papá ve, y valía mucho dinero”.
La tía Clara sonrió. “Bueno, como encontraste el frasco, te lo puedes quedar. Pero tendrás que limpiarlo”.
“Oh, ¡claro que sí!” Febe estaba radiante de felicidad mientras limpiaba su frasco. Cuando terminó, trajo de regresa el frasco y lo puso en la mesa. “¡Guau!”, dijo asombrada la tía Clara. “¡Parecería que fuera nuevo! Por cierto, Febe, ¿te acuerdas de Rebeca, la vecina? Ella vendrá pronto. Supuse que te gustaría tener a alguien con quién jugar”.
Febe dejó salir un quejido.
“¿Hay algún problema?”, preguntó la tía Clara.
Febe se encogió de hombros. “Rebeca usa ropa rara y actúa de un modo extraño. Y me dijiste que crees que nadie en su familia era cristiano, así que dudo mucho que ella llegue a serlo. Ella no tiene cara de cristiana, si sabes a lo que me refiero”.
La tía Clara tomó el frasco de Febe. “Febe, mira este frasco. Está muy lindo, ahora que está limpio. Pero, piénsalo, ¡estaba entre la basura! Hasta hoy, nadie se había dado cuenta de su valor, como para salvarlo”. La tía giró el frasco en sus manos. “De cierta manera, Rebeca es como este frasco… y tú y yo también”.
“¿En qué aspecto somos como el frasco?”, preguntó Febe.
“Bueno, hubo un tiempo en que estábamos en el montón de basura del pecado”, explicó la tía Clara, “pero Jesús nos encontró, nos lavó y nos hizo nuevas. Rebeca todavía está perdida, pero también es valiosa, tan valiosa que Jesús murió por ella. Él puede salvarla del pecado y darle una nueva vida. Por eso, Él quiere que tú le ayudes a Rebeca a ver cuán valiosa es, al mostrarle el amor de Jesús”.
La tía Clara le entregó a Febe el frasco y la niña lo sostuvo en sus manos por un momento, antes de volverlo a poner en la mesa. “Está bien, tía Clara. Así lo haré”.–BARBARA WESTBERG
CADA PERSONA ES VALIOSA
VERSÍCULO CLAVE: SANTIAGO 2:9 (TLA)
PERO SI USTEDES LES DAN MÁS IMPORTANCIA A UNAS PERSONAS, Y LAS TRATAN MEJOR QUE A OTRAS, ESTÁN PECANDO.
¿Consideras valiosa a cada persona, incluso a las que son diferentes a ti? Dios nos creó a todos y Él valora a cada uno. Él los valora tanto que envió a Su Hijo, Jesús, a morir para que puedan ser salvos del pecado. Pasa tiempo con aquellos que son diferentes a ti y comunícales lo valiosos que son. Si conoces a Jesús, puedes demostrar Su amor a cada persona que se cruce por tu camino.
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