Noche de juegos
Clementina y su familia se sentaron en la mesa del comedor para jugar su juego favorito de palabras. Era el turno de Clementina y tenía que formar una palabra con las letras que tenía en su tabla. La niña examinó sus letras con cuidado, determinada a ganar. Su familia era muy competitiva.
Clementina sonrió mientras escribía la palabra «cociente» con sus letras.
—Bien hecho, hermanita —comentó Agustín, el hermano de la niña.
—Esa fue una excelente palabra, pero creo que puedo vencerte —aseguró su padre mientras escribía «zoológico» con sus letras.
El juego continuó por casi una hora hasta que finalmente la madre de Clementina ganó con la palabra «extravagante».
—¡Buen juego! —comentó papá mientras chocaba sus palmas con todos—. Ahora vayamos a la sala para hacer nuestro devocional.
Clementina y Agustín se sentaron en el piso. Copo de nieve, su gatita blanca, se acurrucó en el regazo de la niña y ella acariciaba su pelaje con delicadeza.
—Nuestro devocional de hoy precisamente es sobre las palabras y la forma en que hablamos a los demás —explicó papá. Él abrió su Biblia y comenzó a leer—. «No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan» —él miró a sus hijos—. Cuéntenme, ¿cómo ganó mamá el juego de palabras que jugamos en la tarde?
—Usó las letras que tenía para formar palabras, y sus letras y palabras acumularon más puntos —respondió Agustín.
—¿Lo hizo sola? —preguntó el padre.
Clementina negó con la cabeza.
—Todos formamos palabras con las letras que ya estaban en el tablero, así que las letras y palabras que nosotros pusimos la ayudaron a formar sus propias palabras para ganar el juego.
—Correcto —afirmó papá—. Eso es parecido a lo que nos dice este versículo que debemos hacer en nuestras vidas. Nuestras palabras deberían edificar a otros, para que todos se beneficien de ellas. Deben reflejar el amor de Jesús, quien estuvo dispuesto a sacrificarse por nuestro beneficio —el padre sonrió a los niños—. Los dos utilizaron palabras que beneficiaron a otros en este día… no solo las que pusieron en el tablero, sino también las palabras que salieron de sus bocas.
Su madre asintió.
—Estoy muy orgullosa de la forma en que jugaron: competitivos, pero con palabras amables.
LISA FULLER
EDIFICA A OTROS CON TUS PALABRAS
VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 4:29
NO SALGA DE LA BOCA DE USTEDES NINGUNA PALABRA MALA, SINO SOLO LA QUE SEA BUENA PARA EDIFICACIÓN, SEGÚN LA NECESIDAD DEL MOMENTO, PARA QUE IMPARTA GRACIA A LOS QUE ESCUCHAN.
¿Las palabras que dices edifican a otros? ¿Son beneficiosas y animan a quienes las escuchan? ¿O con frecuencia son palabras dichas con enojo, con la intención de herir a otros? Como cristianos, es importante que las palabras que digamos reflejen el amor de Jesús. Haz que tus palabras edifiquen a los demás porque expresan la paciencia, la bondad y el perdón que Él nos muestra.
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