¡Fuego!
Margarita observaba horrorizada cómo el fuego arrasaba con el campo de trigo.
—Perdimos la cosecha, ¿verdad, mamá?
Su madre asintió.
—Temo que sí. Los bomberos creen que el incendio comenzó en un terreno vacío. Creen que unos jóvenes estaban ahí jugando con fósforos. Un fósforo pequeñito, si se lo usa descuidadamente, sin duda puede causar mucho daño.
—Estoy agradecida de que pudimos evitar que el fuego se propague más… a otros campos o a las construcciones —expresó su padre.
Margarita apretó los puños.
—Espero que la policía encuentre a los que empezaron el incendio y los castigue.
Esa noche, mientras la familia conversaba sobre los eventos del día, sonó el teléfono de Margarita. Era su amiga Antonia, y después de contarle sobre el incendio, las chicas se pusieron a hablar de una nueva niña que había llegado a su clase en la escuela.
Cuando Margarita cerró la llamada, su madre la miró, pensativa.
—El incendio de esta tarde fue muy destructor —opinó mamá—, pero temo que puede que hayas iniciado, o agregado, a un fuego que podría volverse todavía peor.
—¿Qué? —Margarita se asustó—. ¿Cuál fuego?
—Te oí contarle a Antonia que la niña nueva de la escuela hizo trampa en un examen —respondió su madre.
—Bueno, debe haber hecho trampa para sacar una nota tan alta en el examen de historia —aseguró Margarita—. Los demás niños piensan lo mismo.
—Dijiste cosas muy desagradables sobre una niña que ni siquiera conoces. Y no tienes la seguridad de que haya hecho trampa, ¿o sí?
—Bueno, no —contestó Margarita—. Supongo que no.
Mamá asintió.
—El libro de Santiago dice que nuestras lenguas son como un fuego, hija. Los rumores se propagan rápidamente y pueden arruinar reputaciones. Piensa en el daño que tus palabras descuidadas pueden hacer. Esa no es la manera en que demostramos el amor de Jesús a los demás. El Señor nos ama tanto que estuvo dispuesto a sufrir la vergüenza de la muerte en una cruz para que podamos ser salvos. ¿Crees que Él propagaría rumores sobre las personas por las que murió?
Margarita miró por la ventana que tenía vista hacia el chamuscado campo de trigo y recordó su enojo por las acciones descuidadas de otros. «Su imprudencia causó mucho daño y afectó a mi familia», pensó. «No quiero hacer lo mismo con mis palabras».
—Tienes razón, mamá —admitió Margarita—. Tengo que llamar a Antonia y apagar este fuego.
BRENDA DECKER
NO PROPAGUES RUMORES
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 19:14
SEAN GRATAS LAS PALABRAS DE MI BOCA Y LA MEDITACIÓN DE MI CORAZÓN DELANTE DE TI.
¿Tu lengua es como el fuego? ¿Estás consciente de cuánto daño puede hacer cuando la usas de manera descuidada? Cuando dices cosas desagradables o propagas chismes y rumores, tus palabras hacen daño a otras personas. Esa no es la forma en que Dios quiere que usemos nuestras palabras, como hijos Suyos. Más bien, confía en que Él te ayudará a hablar de tal modo que demuestres a los demás el amor de Jesús.
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