La carrera de la vida (Parte 1)
—¡Abuelito! —gritó Amadeo al entrar corriendo a la casa de su abuelo—. El próximo mes habrá una carrera importante en nuestra escuela y yo correré en ella. ¡Ya quiero que llegue el día! Habrá premios y todas esas cosas.
El anciano rio.
—Será mejor que dejes de correr ahora o estarás cansado antes que empiece la carrera —bromeó—. Si estás tomando en serio la carrera, sería bueno que dejaras de comer la comida chatarra. Cuando estaba en la universidad, corrí en algunas carreras y recuerdo que el entrenador siempre hacía énfasis en la importancia de una buena dieta.
Amadeo refunfuñó.
—Mi maestro de educación física dijo lo mismo, ¡pero me encantan los dulces, el helado y las papitas fritas! De hecho, me encantan todas las comidas que dicen que son malas. ¿Cómo voy a vivir todo un mes sin la comida rica?
—Bueno, puedes comer esas cosas si así lo deseas. Depende de ti —aseguró el abuelo—. Por supuesto, si quieres ganar la carrera en serio, probablemente tendrás que cortar cualquier cosa que no te deje alcanzar esa meta.
Amadeo se quedó pensando un momento.
—Sí quiero ganar y haré todo lo que pueda para llegar primero… incluso renunciar a los dulces y esas cosas. El premio valdrá la pena.
Su abuelo asintió.
—¿Sabes, hijo? La Biblia compara nuestra vida cristiana con una carrera. Nuestra meta es correr una buena carrera antes de cruzar la línea de la meta para ver a Jesús cara a cara. Para que nos vaya bien en la carrera de la vida, es probable que tengamos que renunciar también a algunas cosas.
—¿A qué cosas? —preguntó Amadeo.
—Bueno, a veces mantenemos hábitos pecaminosos que nos hacen bajar la velocidad, cosas como las mentiras, los chismes o el malgenio. O tal vez estamos demasiado enfocados en nuestra propia comodidad y disfrute, y tenemos que acelerar el paso y encontrar más formas para demostrar el amor de Jesús a quienes nos rodean.
Amadeo suspiró.
—¡Eso suena mucho más difícil que renunciar a la comida chatarra para ganar la carrera en la escuela!
—Tal vez sí, pero no olvides que no estás corriendo solo la carrera de la vida —expresó el abuelo—. Jesús está a tu lado y te ayudará a correr una buena carrera. Nada de lo que renunciemos en este mundo puede competir con el premio que el Señor ganó para nosotros: la vida eterna con Él.
SHERRY L. KUYT
CORRE BIEN LA CARRERA DE LA VIDA
VERSÍCULO CLAVE: HEBREOS 12:1
DESPOJÉMONOS TAMBIÉN DE TODO PESO Y DEL PECADO QUE TAN FÁCILMENTE NOS ENVUELVE, Y CORRAMOS CON PACIENCIA LA CARRERA QUE TENEMOS POR DELANTE.
¿Estás corriendo tu mejor carrera en la vida? ¿O te aferras a las cosas que te hacen bajar la velocidad? No dejes que nada se interponga en tu meta de correr una buena carrera. Deja que Jesús te ayude a mantener tus ojos fijos en el precio mientras confías en Él y Lo sigues cada día. El Señor te salvó para que pudieras tener vida eterna con Él. Nada de lo que puedas renunciar puede compararse con la recompensa de verlo a Él en la línea de la meta.
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